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El juicio al presunto pederasta de Ciudad Lineal llegará a su fin en los próximos días después de casi dos meses en los que la mayoría de las declaraciones y de las pruebas apuntan a Antonio Ángel Ortiz como el único autor de cuatro agresiones sexuales a niñas de entre 5 y 9 años.

Acusado de tres delitos de agresión sexual, uno de violación, cuatro de detención ilegal y uno de lesiones, Ortiz se enfrenta a una petición de la Fiscalía de 77 años de cárcel después de que el Ministerio Público elevase a definitivas sus conclusiones ante el tribunal de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid que le juzga desde el pasado 18 de octubre.

Una condena menor que las solicitadas por las familias de las menores, una de las cuales quiere que se le castigue con 126 años de prisión al entender que no sólo cometió agresiones sexuales, sino también dos homicidios en grado de tentativa.

Tanto el Ministerio Público como las acusaciones creen que Ortiz secuestró y agredió sexualmente a cuatro niñas entre septiembre de 2013 y agosto de 2014 en el distrito madrileño de Ciudad Lineal, mientras que su abogado sigue apelando a su inocencia para pedir su libre absolución.

No quiso hacerlo, sin embargo, el propio acusado, que el 18 de octubre, primer día de la vista oral, decidió hacer uso de su derecho a no declarar y tan solo pronunció un par de frases: "No voy a declarar" y "no voy a contestar ninguna pregunta" -ni siquiera a las de su abogado-. Desde ese día, Ortiz, siempre impasible, ha escuchado las declaraciones de más de un centenar de testigos y casi cincuenta peritos.

Entre esos testimonios, el tribunal ha escuchado el de buena parte de los policías que participaron en la operación Candy, un dispositivo policial casi sin precedentes en Madrid que permitió finalmente la detención del sospechoso el 24 de septiembre de 2014 en Santander. Y también los de los médicos y psicólogos que atendieron a las víctimas.

Los policías detallaron cómo el croquis que hizo una niña del piso de la calle Santa Virgilia donde presuntamente fue agredida, conocido como 'piso de los horrores', los abundantes detalles sobre su aspecto que dio otra y su obsesión por el gimnasio delataron al acusado.

Varias psicólogas explicaron además que todas las niñas relataron el mismo "modus operandi" del presunto pederasta, que supuestamente las abordaba diciéndoles que era amigo de sus padres y les pedía que le acompañase para hacer regalos a sus familiares o para comprar ropa.

Se cree que el acusado suministró tranquilizantes a sus víctimas, tantos que -según apuntó una perito judicial- una de las niñas llegó a sufrir un "riesgo vital" debido a la elevada cantidad ingerida y a la corta edad de la menor y que las consecuencias podrían haber sido "imprevisibles".

Pero quizá las pruebas de mayor peso hayan sido los restos de ADN del acusado que encontró la Policía en la ropa de una de las menores y que, según los agentes, eran "idénticos" y "compatibles con Antonio Ángel Ortiz".

Como también pertenecían al presunto pederasta las huellas que se encontraron en el colchón del mencionado piso, donde también se hallaron restos de vómito de la menor que fue supuestamente agredida allí y huellas tanto dactilares como de unas zapatillas que coincidían "con el tamaño y el dibujo" de otras de la pequeña.

Prácticamente la mayoría de las declaraciones de los testigos y peritos que han comparecido ante el tribunal han apuntado de alguna manera u otra a Ortiz como el autor de los hechos, con dos grandes excepciones: su madre y su tío.

De hecho, la madre del presunto pederasta llegó a cambiar la versión de los hechos que aportó a la Policía y dijo que nunca le dio las llaves del piso de Santa Virgilia y que limpió en profundidad el colchón donde se encontraron las huellas de su hijo.

Un "pederasta con una parafilia instaurada en su personalidad", "impulsivo y carente de empatía" y "narcisista y bisocial" han sido algunas de las características de la personalidad de Ortiz que han aportado los peritos que han ido pasando por la Sección Séptima de la Audiencia de Madrid.

Y que, no obstante, también han dejado claro que el acusado no padece patología mental alguna que afecte a sus capacidades, por lo que era consciente de las agresiones sexuales que supuestamente cometió.

El juicio previsiblemente terminará el jueves 15, cuando el acusado tendrá la segunda y última oportunidad para dirigirse al tribunal y ejercer -si así lo desea- su derecho a la última palabra, después de que las partes presenten sus respectivos informes.