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La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) pidió este martes ampliar los espacios sin humo -lugares donde está prohibido fumar- a todos los vehículos privados y eventos deportivos al aire libre, una modificación legal de la Ley del Tabaco que, según la encuesta que presentaron, contaría con el respaldo de más del 60% de los españoles. "El Gobierno se está quedando atrás en la ley antitabaco; ya en la última revisión todas las sociedades científicas pidieron ampliar la ley", declaró a la prensa la doctora Lucía Gorreto, coordinadora de la encuesta publicada por los médicos de familia al hilo de la Semana Sin Humo, que a partir del viernes pretende concienciar contra el tabaco.

Por cada médico morirán dos pacientes por año debido a causas relacionadas por el tabaco, según los doctores. De hecho, en España ya fallecen una media anual de 51.870 personas por patologías relacionadas con el consumo de cigarrillos, mientras que en todo el mundo la previsión es que el tabaco mate a la mitad de los que lo consumen, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pese a lo perjudicial que resulta el tabaco, las autoridades españolas se habrían estancado en la ley antitabaco, que data de 2011 y que prohibió -entre otras cosas- fumar en espacios públicos como bares, discotecas o centros comerciales. Aun así, según los datos publicados este martes por los facultativos, el 65,4% de las personas encuestadas en los centros de salud asegura estar "expuesto al humo ambiental", es decir, que se traga el humo de otros fumadores. En concreto, buena parte de ellos asegura que esto ocurre sobre todo en terrazas.

En estos espacios está permitido fumar sólo si están al aire libre, aunque los datos de la sociedad médica recogen que más de la mitad de los españoles detecta incumplimientos de la normativa, ya que aún existirían establecimientos con terrazas cerradas donde se permite fumar sin tan siquiera clandestinidad.

A OCHO EUROS POR CAJETILLA

Los médicos también han preguntado a los españoles qué se les ocurre para dejar de fumar. Las respuestas pasan desde restringir los espacios sin humo hasta encarecer el precio de los cigarros. Y ponen una cifra: ocho euros. Este sería el precio de "los países de alrededor", según la Semfyc. En España una cajetilla media cuesta alrededor de cinco euros, pero se trata de uno de los precios más bajos de Europa si se compara, por ejemplo, con Francia, donde sobrepasa los siete euros.

En torno al 64% de los encuestados por los médicos estaría de acuerdo en una subida generalizada del precio del tabaco para disuadir su consumo.

PRIMERO PORROS, LUEGO TABACO

Para los doctores, es evidente que reducir el consumo de tabaco pasa por focalizar la prevención en los más jóvenes. En este sentido, observan un cambio de tendencia, ya que, si previamente los adolescentes se iniciaban con los cigarros y luego se pasaban también a los porros, según el último estudio ahora ocurre a la inversa.

La Semana Sin Humo, siete días a partir del próximo viernes en los que los centros de salud se volcarán contra el tabaco y proponen solidarizarse con quienes lo han dejado, llevará por lema 'Para disfrutar a saco no necesitas tabaco'.

Entre los encuestados, casi la mitad de los que fuma (49,2%) consume menos de 10 cigarros al día y sólo un 4,1% fuma más de una cajetilla.

El 70,1% intentó dejarlo en más de una ocasión y las principales razones serían la salud y el entorno familiar.

EL TABACO SIN COMBUSTIÓN "NO ES SUSTITUTIVO"

Asimismo, los médicos de familia aseguraron que las nuevas formas de consumir tabaco, como los cigarrillos sin combustión, "para nada son un sustitutivo", ya que "son sistemas a baja combustión con los que sigues consumiendo tabaco igual" mientras que, más que una forma para dejarlo, se trata de "una manera de iniciarse". Y es que "no evitas el gesto de fumar ni evitas nada".

Por eso, indican, desde la sociedad de los médicos de familia "queremos caminar hacia un mundo sin tabaco" y "apoyar a las personas que lo han dejado", por lo que animan a persistir y a las autoridades a no dejarse influenciar por "intereses" a la hora de regular el cigarrillo.