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Es Jaxon Taylor, el niño de 16 meses que ha logrado sobrevivir tras sufrir lo que los cirujanos conocen como una decapitación interna. Viajaba en el coche con su madre. El vehículo chocó frontalmente con otro que venía en dirección contraria.

El latigazo cervical fue tan brutal que su cabeza quedó seccionada a la altura de las cervicales, unida tan sólo por los músculos y la piel del cuello. "Cuando me acerqué a él supe que tenía la cabeza desprendida", recuerda su madre.

"Lo habitual en estos casos", asegura el cirujano que lo atendió, "es que el niño muera, o si sobrevive, se quede paralizado"

Pero no fue así. Los cirujanos le intervinieron durante más de 6 horas. Fijaron sus vértebras y protegieron la médula espinal. Cuando le quiten el aparato que le da sujeción a la cabeza podrá llevar, dicen, una vida completamente normal.

"Es un milagro", afirma la madre.

"Estamos profundamente agradecidos", reconoce su padre.

Un éxito médico, casi sin precedentes, que ha devuelto la sonrisa a este niño australiano.