Mañana se celebra el día del niño con cáncer y con ese motivo hoy se ha presentado un informe que revela hasta que punto pueden integrarse los chavales que han logrado superar un cáncer. Más del 80% de los encuetados tiene algún tipo de secuela física, psíquica o sensorial.
Aproximadamente uno de cada seiscientos adultos jóvenes va a ser superviviente de un cáncer diagnosticado en la infancia, debido a la constante incidencia, de casi mil casos anuales, y a la paulatina mejora de la supervivencia, que roza el 80 por ciento.
Así lo ha asegurado hoy, en la víspera del Día Internacional del niño con cáncer, el doctor Diego Plaza, del servicio de hemato-oncología pediátrica del Hospital Universitario La Paz, durante la "Jornada de participación socio-laboral de los jóvenes con cáncer superado", organizada por la Asociación Infantil Oncológica de Madrid (Asion).
El doctor ha recordado que haber recibido tratamiento contra el cáncer en la infancia tiene "algo de impacto" sobre la vida del adulto, de manera que dos tercios de los pacientes percibe algún tipo de alteración en la calidad de vida, aunque las secuelas importantes son poco frecuentes. Un dato: más del 80% de los encuetados tiene algún tipo de secuela física, psíquica o sensorial.
Si se excluye el riesgo de recurrencia, las principales enfermedades graves que pueden mostrar los supervivientes de cáncer infantil son la generación de segundas neoplastias o problemas cardiovasculares, con una incidencia más precoz de lo normal.
Los efectos tardíos más típicos corresponden a alteraciones sobre el crecimiento y el desarrollo, provocadas principalmente por la aplicación de radioterapia, que están presentes en aproximadamente la mitad de los pacientes.
Así, se estima que el 15 por ciento de los supervivientes son de talla baja y sus índices de obesidad también son bastante frecuentes.
A esto hay que añadir alteraciones en la función reproductora, que afectan a un tercio de los pacientes y, que en el peor de los casos, pueden llegar a provocar infertilidad en los hombres y menopausia precoz en las mujeres.
Además, el doctor ha explicado que el hecho de haber padecido un cáncer de niño aumenta la posibilidad de tener otro en la vida adulta, debido también a la radioterapia recibida.
"Se estima que a los 30 años de haber acabado los tratamientos hasta un 8 por ciento de los pacientes podrían desarrollar algún tipo de neoplasia de alto grado", ha afirmado Plaza.
De entre ellos, ha destacado el cáncer de mama y el de tiroides como las segundas neoplastias más comunes, así como la multiplicación de algunos tumores raros como el meningioma.
Para intentar evitar estos efectos tardíos, ha incidido en la importancia del seguimiento a largo plazo de esta población con "riesgo especial", además de disminuir las dosis de radioterapia en los casos que sea posible y la protección de los órganos más sensibles durante su práctica.