El último acto de rebeldía de Manning

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El cambio de sexo que quiere Bradley Manning es un último acto de rebeldía de un ex soldado condenado a 35 años de prisión por filtrar miles de documentos secretos a WikiLeaks y ahora desafía de nuevo al Pentágono.

Manning, de 25 años, quiere recibir trato de mujer y que se le llame Chelsea en la cárcel militar de Fort Leavenworth (Kansas), donde está encarcelado, donde no hay una sola mujer y donde no están por la labor de pagar y permitir el tratamiento hormonal que requiere su cambio de sexo.

El soldado ha pedido iniciar lo antes posible una terapia de cambio de sexo que ningún presidio militar ha provisto jamás a un interno y que el abogado de Manning, David Coombs, dijo que exigirá por la vía legal hasta las últimas consecuencias.

Este nuevo capítulo del caso Manning se da poco antes de que Coombs presente la próxima semana una petición de perdón presidencial de Barack Obama a través de las autoridades militares para que el exanalista de inteligencia en Irak sea indultado y salga de prisión antes de tener que recurrir a la libertad condicional, algo que podrá solicitar dentro de siete años.

Un día después de recibir su sentencia de prisión por las históricas filtraciones a WikiLeaks, Manning ha vuelto a poner en aprietos a sus superiores en el Pentágono, ya que la transexualidad no está permitida en las Fuerzas Armadas y es motivo de descalificación o rechazo en el servicio militar.

Pese a los avances en la aceptación de los homosexuales tras acabar en septiembre de 2011 con la norma que prohibía ser abiertamente homosexual en las Fuerzas Armadas y a la incorporación de mujeres en el frente de batalla, ser transexual sigue estando vetado en EEUU.

Travestirse o pedir asesoramiento sobre problemas de género fuera del sistema de salud militar es considerado una violación del código castrense.

En la actualidad, al menos diez países permiten de algún modo transexuales en sus filas: Australia, Bélgica, Canadá, España, Holanda, Israel, Reino Unido, República Checa, Suecia y Tailandia.

Durante el juicio por las filtraciones a WikiLeaks la defensa argumentó que Manning sufría graves problemas de adaptación a la disciplina militar por las dudas sobre su sexualidad, lo que uno de los testigos, el psicólogo forense David Moulton, diagnosticó como "disforia de género", que hace que una persona no acepte su sexo.

En el juicio también se hizo pública una foto de Manning vestido con una peluca rubia y maquillado como "Breanna", el alter ego del soldado durante su tiempo en el Ejército, y que envió a su supervisor en Irak con el escrito como "Mi problema".

La confusión con su sexualidad llevó a Manning a graves problemas de socialización en Irak, desde donde comenzó a recopilar la información que envió a WikiLeaks.

Eso, según la defensa, demuestra que los responsables militares no se dieron cuenta de que el soldado no se encontraba en las condiciones mentales adecuadas para manejar información secreta.

Ahora a la lucha legal de Manning para no cumplir toda su condena de prisión se podría sumar otra para que las autoridades carcelarias militares le permitan iniciar una terapia hormonal que podría culminar con una operación de cambio de sexo.

En prisiones federales y estatales de EEUU varias demandas han conseguido que las autoridades reconozcan el derecho a recibir tratamiento hormonal para cambiar de sexo y en casos extremos de rechazo al sexo de nacimiento, operaciones quirúrgicas.

Una nueva lucha ha comenzado para Manning, que abrió los ojos de Estados Unidos a los claroscuros de su guerra contra el terrorismo y ahora podría convertirse en una de las más voces más importante en una nueva lucha por los derechos de soldados discriminados.