Begoña de Marcos es la única mujer de los 32 pilotos de helicóptero con los que cuenta la Dirección General de Tráfico (DGT) para supervisar las carreteras españolas desde el cielo. "En nuestro trabajo la mujer no tiene su hueco como lo tiene el hombre, incluso en cosas tan nimias como la ropa. Mi mono y mis camisas son de hombre", explica esta piloto con 16 años de vuelo a sus espaldas, primero en equipos de extinción de incendios y, desde hace 12 años, en este cuerpo del Ministerio de Interior.
Este martes Begoña de Marcos ha sido reconocida con uno de los premios a la labor de empleadas públicas en profesiones masculinizadas, otorgado por la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad junto al sindicato de funcionarios CSIF.
Pese a que los cuerpos policiales ya han comenzado progresivamente a adaptar sus uniformes a las mujeres, aún hay instituciones públicas a las que estos cambios no han llegado. La Guardia Civil, por ejemplo, ya anunció el pasado mes de febrero la compra de 4.730 chalecos antibalas exclusivos para las mujeres de la Benemérita, como también hizo la Policía Municipal de Madrid en 2017.
Camisas y monos aparte, trabajar en una profesión con mayoría de varones tiene otras consecuencias más allá de la ropa. "No es sencillo", aseguró esta piloto. "Nosotras somos más educadas, más correctas. Todo eso a veces se confunde con debilidad y, cuando ya te plantas, entonces eres la mala y en determinados entornos no se comprende muy bien", añadió.
Lo bueno, según señaló antes de recoger su reconocimiento en la sede de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, es que "cada vez hay más mujeres que queremos meternos en estos charcos" y, con el tiempo, dejará de haber profesiones de hombres o de mujeres y habrá sólo profesionales.