Algunos secretos que puedes descubrir cuando visites el Templo de Debod
En el interior, un mapa celeste. En el exterior, un 'grafitti' de hace siglos
¿Dioses egipcios junto a emperadores romanos?
El templo egipcio de Debod cumple 50 años en Madrid, aunque algunas de sus piedras tienen más de 2.000 años. No todas. Este es uno de los secretos. Lo que vemos es una reconstrucción hecha con lo que se consiguió salvar antes de que emplazamiento original quedará anegado por el Lago Nasser y la presa de Asuán.
En el traslado de Egipto a Madrid se emplearon 90 camiones, 1.350 cajas enormes para contener las 2.300 piezas. Por el camino 100 cajas perdieron la numeración y otras se marcaron erróneamente.
Cuando todo llegó a Madrid sólo faltaban las instrucciones de montaje. El gobierno egipcio sólo facilitó un croquis y un alzado del edificio. Así que antes de ensamblar el gigantesco puzzle los arqueólogos españoles tuvieron que investigar para tratar de que todo encajara y, llegado el caso, rellenar los huecos.
El 20 de julio de 1972 se inauguraba tras dos años de trabajos el Templo de Debod en Madrid, en lo alto del cerro del Cuartel de la Montaña. Quedaba instalado de esta manera el monumento más antiguo de la ciudad, un regalo del gobierno egipcio al español por el esfuerzo en la salvación de los templos de Abu Simbel.
Piedras ni tan viejas ni tan lejanas
Está a la vista. No todos los sillares son originales. Imposible. El paso de los siglos, el expolio y la ruina del edificio ya habían hecho desaparecer muchos de los elementos antes de la llegada a España.
En la parte posterior del templo se puede comprobar perfectamente la diferencia entre unos y otros. Los del siglo II antes de Cristo y los procedentes de Salamanca.
Aunque algunos elementos parezcan muy antiguos, en realidad tienen medio siglo, pero la exposición a la intemperie y la contaminación de Madrid parece haber acelerado su desgaste.
Busca el dromedario
Este es un pequeño juego para darnos cuenta de que lo de las pintadas o dejar otras marcas en los monumentos es algo que viene de lejos.
En concreto, el dibujo del dromedario es un 'grafito' (como un grafitti) que se encuentra en una de las esquinas del templo. Esa es la mejor pista para dar con él.
El gato faraón
Cuenta la leyenda, urbana o no, que entre los gatos que merodean por el parque se encuentra uno que es el mismísimo faraón Adijalamani, impulsor del templo.
De sobra es sabida la veneración de los egipcios por los gatos, en especial por los que poseían ojos amarillos ya que se creía que en ellos se encerraba el poder de Ra, el dios sol.
Si a la caída de la tarde, cuando suelen acudir los felinos, hay alguno que se separa del grupo y ronronea cerca del templo...puede que sea el faraón constructor.
En el camino del Sol y junto al Nilo
La recolocación del Templo de Debod trató de seguir la traza original. Es decir, la entrada mirando al Este y la parte posterior hacia poniente. Menos que más, esto está conseguido.
El templo fue inicialmente concebido como lugar de celebración de ritos sagrados, ritos en los que el Sol jugaba un papel importante. De hecho, aunque hoy tenga techo firme, este lugar de culto tenía un techo que se podía abrir para que la luz solar iluminase a las divinidades.
La otra condición ideal para su colocación era estar próximo y perpendicular al río. El Manzanares no es el Nilo y el parque está a más de 500 metros en línea recta del cauce madrileño. Lo de la proximidad y la perpendicularidad tampoco fue posible.
Dioses y romanos
El Templo de Debod está lleno de inscripciones, relieves y cartuchos claramente egipcios. Son fácilmente reconocibles algunos dioses, con sus atributos, transfiguraciones y presencia de notables.
Pero también encontramos personajes romanos. Y no cualquier romano, los propios emperadores Augusto y Tiberio, responsables de la culminación y ampliación del edificio dedicado a los dioses Isis y Amon. Búscalos.
Un mapa celeste
Pegado a la escalera de subida a la terraza se encuentra un diagrama que los expertos interpretan como un mapa celeste, similar al del templo de la diosa Hat-Hor de Dendera.
Es curioso pero no extraño encontrar este esquema ya que los egipcios eran grandes astrónomos. Fueron capaces de nombrar muchas de las estrellas del firmamento, como 'Soped' que la conocemos como Sirio y que al ser la más brillante era y es una referencia.
¿Un capitel olvidado?
En el parque encontramos el capitel de una columna egipcia. No es que les sobraran piezas a la hora de montarlo.
Se trata de una réplica para que podamos observar a ras de tierra las características de este elemento milenario de la arquitectura clásica.
No tiene pérdida, esta en mitad de una plaza, a unos 80 metros de la fachada norte del Templo de Debod.
Lo que no es un secreto es que la entrada al Templo de Debod es gratis. Abre de martes a domingo, de 10 de la mañana a 7 de la tarde. No se puede reservar y como el interior es en algunos espacios es angosto, se pueden formar colas. Una última advertencia, el interior no está adaptado para las personas con movilidad reducida.
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