El telégrafo óptico fue la 'fibra óptica' de una época en la que los mensajes viajaban al galope
El sistema de transmisiones tuvo una línea reservada para la Familia Real
P.O.
Dos de los edificios más antiguos de Madrid están en la Plaza de la Villa bajo la atenta mirada de la estatua de Don Álvaro de Bazán. se trata de la torre y la casa de Los Lujanes.
Ambas construcciones son del siglo XV, la torre un poco anterior al caserón. Ahora ambos edificios albergan instituciones muy arraigadas en la capital como la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, creada por Carlos III, y la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, fundada en el siglo XIX.
Quedémonos en la torre porque durante siglos fue el edificio más alto de la Villa y esa prominencia fue clave en la red de comunicaciones del telégrafo óptico. El sistema de transmisión de señales anterior al telégrafo eléctrico.
La Torre de Los Lujanes fue una de las estaciones de la línea Madrid-Aranjuez de este medio de comunicación en el que los señaleros guardaban (casi) con su vida el libro de claves. Una línea de uso exclusivo de la Casa Real.
Un mecanismo de bolas y banderolas permitía componer mensajes que corrían de torre en torre a golpe de catalejo, cruzando el territorio en pocas horas. Incluso se podían enviar mensajes durante la noche ya que contaban con un sistema de iluminación.
En 1832 muchos madrileños se agolparon en la Plaza de la Villa, mirando hacia la torre del telégrafo, porque del mensaje que llegara dependía el futuro del país. El rey Fernando VII estaba muy grave en el Palacio de la Granja de San Ildefonso. Si moría reinaría su hija, Isabel II, rompiendo la tradicional sucesión masculina.
Llegó el mensaje a Madrid atravesando la Sierra. El Rey se estaba recuperando. La noticia fue recibida con alborozo por algunos y con suspicacia por otros. Un año más tarde moría Fernando VII y el problema sucesorio desencadenaría las Guerras Carlistas.