Los orígenes de Halloween, entre la magia y la naturaleza
Ligada a la tradición celta, a la romana y a la cultura popular esta celebración ha acabado por hacerse un hueco en el mercado y el calendario
All Hallow Eve, la víspera de Todos los Santos, Halloween o Samhain poco o nada tienen que ver con Drácula, los zombies y toda la imaginería que la industria del entretenimiento y el comercio han creado alrededor de la festividad.
Del recogimiento y tristeza propios de otros tiempos en los que era obligada la visita al cementerio para cambiar las flores o limpiar la lápida, hemos pasado a la diversión, el disfraz y los trucos y tratos que corren de puerta en puerta.
El origen mágico, con hadas, druidas y las fuerzas de la naturaleza que permitían recibir los espíritus de los antepasados ha ido evolucionando, nadando entre ritos religiosos y paganos, hasta llegar a lo que hoy podemos ver en fiestas infantiles y pasajes del terror.
El Día de Todos los Santos, que el cristianismo instauró para recordar a los que perecieron como mártires, empezó en la primavera pero poco a poco se fue acercando a épocas más frías. Hasta el 1 de noviembre, final de las cosechas y en vísperas del invierno. Justo en las fechas de los ritos paganos.
Así pues, tenemos tres días. La víspera de Todos los Santos, el Día de Todos los Santos y el Día de Difuntos. Pero al final lo que parece prevalecer es Halloween y en eso tiene mucho que ver el salto de Europa a América.
En este continente la celebración poco a poco se fue alejando del Samhain original y de sus nexos con lo mágico. Se fue imponiendo una fiesta más lúdica, más para niños que para adultos, más basada en el susto que en lo espiritual y finalmente se convirtió en lo que hoy conocemos.
Diferente consideración tiene, también en América, el mexicano Día de los Muertos (2 de noviembre) que algunos asocian a Halloween pero que es muy distinto. La tradición mexicana hunde sus raíces en la cristiana y se entremezcla con las culturas indígenas. Otros países latinoamericanos mantienen celebraciones muy parecidas.
En Madrid se conservan dos tradiciones centenarias, la de Las Ánimas de El Molar y la de la Fiesta de la Calavera de Mangirón.
Tanto en El Molar como en Magirón comparten para esas fechas la elaboración de un dulce artesanal, las 'puches'. Curiosamente, sin al parecer influencia anglosajona, en Mangirón la ancestral Fiesta de la Calavera en la noche del día 1 al 2 consiste en iluminar unas calabazas vaciadas y recorrer las calles del pueblo.
Los pequeños y pequeñas van de casa en casa cantando: "Es la noche de los muertos y también de la calabaza. Así que danos los dineros o te robamos la casa". Terrorífico.
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