Puesto de flores en la Plaza de Tirso de Molina | EUROPA PRESS
(Actualizado

Hablamos de la Plaza de Tirso de Molina. Y no hay duda. Ahora es solo una y está en el centro de Madrid. Pero hubo un tiempo en que hubo otra con el mismo nombre al otro lado del Río Manzanares. De esto hablamos unos párrafos más adelante.

Pero de entrada es bueno recordar que Fray Gabriel José López y Téllez, que es como se llamaba Tirso de Molina, fue una de las glorias de las letras hispanas del Barroco. Este madrileño además de clérigo fue poeta y autor teatral, un auténtico especialista en lo que se ha dado en llamar comedia palaciega.

Creador de Don Gil de las calzas verdes, El vergonzoso en palacio, Celos con Celos se curan, El condenado por desconfiado e incluso se le atribuye el mito de Don Juan en El burlador de Sevilla. Tirso es coetáneo de Lope de Vega.

Estatua de Tirso de Molina en la plaza del mismo nombre | LUIS GARCIA / CC

Ambos coincidieron en la Universidad de Alcalá de Henares y ambos fueron increíblemente prolíficos en sus dramaturgias.

Presentado ya el personaje y su relevancia, vamos con la plaza que lleva su nombre y donde confluyen las calles de la Colegiata, Duque de Alba, Jesús y María, San Pedro Mártir, Relatores, Doctor Cortezo, Lavapiés y la Magdalena.

Es un triángulo urbanizado en pleno centro de la capital, una de las pocas áreas estanciales de esta parte de la ciudad a espaldas de la bulliciosa Plaza de Benavente y a cierta distancia de otra triangular, la castiza Plaza de Lavapiés.

Así vive uno de los floristas de Tirso de Molina

LA VERDADERA PLAZA DE TIRSO DE MOLINA

Pero no siempre la Plaza de Tirso de Molina se llamó así. Antes allí estaba el Convento de los Mercedarios, en el que profesó su fe Tirso. Con la amortización de Mendizábal el convento desapareció y en su lugar se creó un espacio ya más parecido al actual pero con el nombre de Plaza del Progreso, corría 1842.

El pueblo de Madrid decidió sufragar y colocar una estatua en homenaje a Juan Álvarez Mendizábal, obra en bronce de José Gragera Herboso, en la Plaza del Progreso. Y así permaneció hasta después de la Guerra Civil.

Antiguo convento en la plaza de Tirso de Molina | REDACCIÓN

Acabada esta, se decide cambiar el nombre de la plaza. Pasa del Progreso a Tirso de Molina. Se quita la estatua de Mendizábal y en su pedestal se coloca la de Tirso de Molina, del escultor Rafael Vela del Castillo.

Plaza del Progreso o Plaza de Tirso de Molina, lo cierto es que la original Plaza de Tirso de Molina estaba a dos kilómetros de la que conocemos actualmente. Al otro lado del Manzanares, en el barrio de Puerta del Ángel. De hecho en la plaza que hoy se denomina Huarte de San Juan está el magnífico edificio del Mercado Municipal de Tirso de Molina.

Exterior del Mercado Tirso de Molina | Telemadrid.es

En 1939 se hizo el baile de plazas. Progreso pasó a ser Tirso de Molina y Tirso de Molina a ser Huarte de San Juan, médico del siglo XVI que está considerado como el primer psicólogo de la historia.

UNA PLAZA LLENA DE CULTURA

Hablando de plazas, estatuas y arte, ¿qué tiene que ver el Museo del Prado con la plaza de Tirso de Molina?. Pues que uno de los vecinos que vivió aquí, Timoteo Pérez Rubio, fue quien coordinó el salvamento durante la Guerra Civil del gran tesoro artístico nacional.

Cientos de cuadros de Goya, Velázquez, Murillo, El Greco, Tiziano, Rubens...todos a buen recaudo, lejos de las bombas y hoy colgados y admirados en El Prado. Una placa en la plaza recuerda a quien hizo posible que, por ejemplo, Las Meninas no acabaran destruidas.

El paraíso de las chuches está en Tirso de Molina

Justo en el edificio donde está la placa de don Timoteo, en el número 5 de Tirso de Molina, encontramos una de las paradojas madrileñas. En este inmueble se sitúa la sede de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de orientación anarquista y anticapitalista.

Pues en este mismo edificio residió José María Aguirre Gonzalo, presidente del Banco Español de Crédito (Banesto), fundador de la constructora Agromán, empresario, consejero de Renfe, presidente de Acerinox y Siemens España.

Dos maneras de entender el mundo muy distintas y bajo un mismo tejado. Así es Madrid. Pero no quedan aquí las curiosidades. También el número 5 de Tirso de Molina fue la última morada del escritor Ramón María del Valle-Inclán antes de partir para morir en su Galicia natal.

En apenas 100 metros a la redonda, en la calle de San Pedro Mártir 5, encontramos a otros dos ilustres. A Pepe Ysbert, iniciador de una gran saga de actores de teatro y cine, y al mismísimo Pablo Ruiz Picasso.

Placa en la casa de Picasso de la calle San Pedro Mártir 5, cerca de Tirso de Molina | GSV

¿FANTASMAS EN EL METRO?

A la Plaza de Tirso de Molina se llega a pie, en bici, en autobús, en metro y hoy en día en patinete y otras fórmulas de movilidad personal curiosas. Pero quedémonos en el metro. La estación de Tirso de Molina de la línea 1 del suburbano se llamó durante 18 años estación de Progreso.

Boca de acceso a la estación de metro de Progreso | MEMORA DE MADRID / METRO DE MADRID

Se inauguró en 1921, se rebautizó Tirso de Molina en 1939 y ha sido objeto de diversas obras de ampliación a lo largo de sus más de 100 años de historia. Fue durante su construcción cuando se registró uno de los casos más extraños de fantasmas en Madrid.

Tirso de Molina

Los trabajadores que picaban para hacer el túnel, los andenes, pasillos y vestíbulos aseguraban oír aterrorizados los lamentos de una persona. Así un día tras otro. Siempre a la misma hora, en el momento que paraban para almorzar.

Los sonidos parecía venir del otro lado de un muro así que decidieron picar para ver que había allí detrás. Y lo que encontraron les dejó helada la sangre: el cadáver de una persona que al parecer había sido emparedada.

Vestíbulo de la estación de metro de Progreso, actual Tirso de Molina | MEMORIA DE MADRID / METRO DE MADRID

No se encontró explicación a todo ello. Lo cierto es que los lamentos fantasmales cesaron. La obra se acabó. El metro empezó a llevar pasajeros por aquellos túneles y la gente acabó por olvidar lo que pareció un suceso paranormal en las entrañas de la Plaza de Tirso de Molina.

De todo aquello quedó la manera en la que los propios trabajadores llamaron a aquel espectro: el fantasma del bocadillo, porque siempre que lo escuchaban era cuando paraban para comer a pie de tajo.

NOTA: algunos hechos que se relatan aquí están extraídos de Explora lo fantasmagórico de Madrid, de Fátima de la Fuente y Enrique Fernández. Publicado por Ediciones La Librería.