Este es el sistema de calefacción más económico para este 2023
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) hace un análisis sobre los diferentes sistemas de calefacción y expone sus ventajas e inconvenientes
El frío ha llegado con el otoño y los hogares españoles recuerdan las facturas del invierno pasado, cuando llegaron a ser hasta un 500% más caras que en 2020. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), de media, se gastan 750 euros al año por casa, en calefacción. Aunque esta cifra puede llegar a ser mucho más alta en épocas de crisis energética. Por eso, para muchos, es importante estudiar bien las alternativas posibles.
Bomba de calor y estufa de pellets, las más baratas
Según los datos recopilados por la OCU en 2022, la bomba de calor y la estufa de pellets son las opciones más baratas para calentar el hogar en invierno. Las estufas de pellets o biomasa suponen una opción sostenible que distribuye calor y proporciona agua caliente. Es una opción recomendable en segundas viviendas o inmuebles con espacio para almacenar los pellets de los que se alimenta. Es una fórmula económica (requiere alrededor de 545 euros al año) y sostenible, si bien requiere un conducto de evacuación al exterior y un mantenimiento frecuente para retirar las cenizas y limpiar la cámara de combustión.
Por su parte, las bombas de calor, que intercambian energía con el exterior para calentar o refrigerar la vivienda, y que pueden ser tanto splits de aire como sistemas de aerotermia aire-agua, ofrecen una alta eficiencia energética, son los más económicos (455 euros al año), ofrecen tanto calor en invierno como fresco en verano y están considerados como fuente de energía renovable. Sin embargo, hay que tener en cuenta que normalmente requieren unidades exteriores, algo que no siempre es posible, y la inversión inicial que precisan (8.000 euros para 16 kW) es muy elevada.
Estufa o caldera de biomasa, sostenible y barata
La biomasa es una de las alternativas más sostenibles como fuente de energía al no provocar gases de efecto invernadero y no ser de origen fósil, como sucede con otros tipos de energías convencionales. Así, en mitad de la crisis climática en la que nos encontramos, la biomasa se presenta como una de las soluciones más efectivas.
La energía proviene de la materia orgánica que puede ser de origen vegetal o animal y la combustión de este tipo de combustible "tiene un saldo cero de dióxido de carbono, pues el que emite al quemarlos se compensa con el que ha absorbido el árbol del que proceden", destaca la OCU.
Caldera de gas de condensación
La tecnología más habitual en España son las calderas de gas, un 35% de los hogares calientan y se abastecen de agua caliente con ella. Muchas de las calderas en funcionamiento (un 60%) no son de condensación y son poco eficientes, por lo que, si tienes una caldera antigua, la recomendación de la OCU es que valores sustituirla por un modelo nuevo u otra tecnología.
Calderas estancas o de condensación: cuál supone un mayor ahorro en la factura mensual
Por otro lado, las calderas de condensación son un tipo "más novedoso" de calderas estancas. "Son de gas y aprovechan el calor que se genera al enfriar el vapor de agua contenido en los humos de la combustión antes de que estos se vayan por la chimenea", indican en Endesa X. El calor recuperado se emplea para "precalentar el agua que retorna más fría del circuito de calefacción y se termina de calentar en el quemador de la caldera".
Acumuladores y radiadores eléctricos
Los acumuladores eléctricos funcionan consumiendo electricidad para calentar unas resistencias eléctricas, una energía disponible en casi todas las viviendas. Son adecuadas para segundas viviendas en las que apenas se vayan a usar. Los acumuladores pueden ser una opción para aquellas viviendas en las que no se pueda hacer obra, pero se recomienda valorar otras opciones. La OCU destaca que al menos de forma directa, no son contaminantes, con una inversión inicial baja y facilidad de instalación, además de que no ocupan más espacio que el del propio emisor de calor.
Pero los inconvenientes es que son mucho menos eficientes que la bomba de calor, depende del precio de la electricidad y de tener que contratar más potencia. Los radiadores convencionales gastan unos 1.255 € al año, mientras que los acumuladores unos 1.046 €. Por último, no ofrecen el mismo confort que otras soluciones, ya que tienen menos inercia térmica.
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