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Las broncas, discusiones y debates subidos de tono se han convertido en el día a día del escenario político. Los politólogos y expertos en neurociencia demuestran que la radicalización de opiniones y la polarización de la sociedad ha aumentado en los últimos años y puede llegar a generar adicción.

Los mensajes más incendiarios de las redes sociales activan sustancias como endorfinas y dopamina de forma muy similar al consumo de ciertas drogas. La necesidad de leer y compartir contenido polarizado puede conllevar el desarrollo de dependencia, irritabilidad y depresión, mientras aumentan los discursos de odio en internet.

Son los resultados de una investigación realizada por la Universidad de Gotemburgo, Suecia, y señala que el panorama empeorará en 2040, cuando dos de cada cuatro personas estará continuamente expuesta a “polarización extrema” en internet y redes sociales.

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La consultora de comunicación Llorente y Cuenca ha lanzado una campaña de prevención sobre esta problemática y declaran que "alguien tiene que decir basta, no es bueno que el Parlamento tenga una voz tan alta y con esa polarización y crispación que se puede trasladar a la calle, donde no hay la inmunidad parlamentaria que tienen los diputados".

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Según José Luis Ayllón, "los peores mensajes son los que incorporan connotaciones de la vida personal de los políticos". "Siempre hay argumentos para criticar al adversario, pero traspasar la línea de la vida privada es un error enorme".