Las comunidades autónomas han detectado desde finales de primavera un súbito incremento de casos de tosferina en niños, que ya suman de junio a septiembre más diagnósticos que en los tres años anteriores juntos.
En total, 1.162 personas, en su mayoría niños, han contraído este año la enfermedad y al menos 42 menores han requerido ser hospitalizados —cerca de la mitad de comunidades no han informado sobre este dato—, aunque todos ellos se han restablecido y no se ha informado de ningún fallecimiento.
La tosferina es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria muy contagiosa por vía respiratoria, la Bordetella pertussis, que supone un grave riesgo para la vida de los lactantes si no están vacunados. Los síntomas se desarrollan en dos fases.
La primera, que suele durar una o dos semanas, puede confundirse fácilmente con un catarro u otras infecciones respiratorias, ya que causa congestión nasal, fiebre baja y tos leve ocasional. A partir de la segunda semana, suelen empezar los síntomas más graves, especialmente ataques de tos rápidos, violentos e incontrolables.
Estos episodios se van haciendo más frecuentes a medida que pasan los días, en ocasiones provocan vómitos y acaban por causar dificultades respiratorias que pueden derivar en la muerte del bebé.
Javier Álvarez, doctor del Comité Asesor de Vacunas, ha explicado en ‘120 Minutos’ que desde el inicio de la pandemia ha habido un aumento de determinadas infecciones bacterianas, no solo la pertussis, también otras como el estreptococo del grupo A o el neumococo.
Las causas del aumento de casos, apunta el experto, se debe a la falta de refuerzo y la menor protección en otros países europeos: “La vacuna de la tosferina forma parte de una vacuna muticomponente, la hexavalente, la que se da en la infancia durante 5 años, protección limitada.
La Asociación Española de Pediatría viene reclamando la conveniencia que a los 14 años, con la vacuna de tétanos y difteria, también se les vacune de tosferina”, explica Álvarez, quien también explica que en España se evita el desarrollo grave de la enfermedad en bebés gracias a que la vacunación de embarazadas está por encima del 80%.