Cobrar la pensión puede que sea complicado en un futuro en Europa pero probablemente no lo será tanto como en KwaNogawu, un pueblo de la región sudafricana de KwaZulu-Natal, donde las pensionistas -mujeres ya de avanzada edad y con una vista escasa en muchos casos- tienen que cruzar cada mes un río repleto de cocodrilos y con una corriente que ha ahogado ya a varias personas del pueblo.
Ése es el caso de Khethile Kubheka, una anciana de 80 años que se levanta a las cinco de la mañana y se prepara una vez al mes para ir a cobrar su único sustento.
Se juntan grupos de hasta cinco mujeres que se ayudan unas a otras para solventar las fuertes corrientes y el ataque de cocodrilos. "Es mejor morir por la mordedura de un cocodrilo que morir de hambre sin cobrar nuestra pensión", dice Kubheka.
Generalmente, cruzar el río, que tiene una anchura media de 100 metros, les lleva cerca de media hora. Tampoco termina ahí su calvario, luego les quedan dos horas de caminata hasta la oficina donde se pagan las pensiones.
La realidad es que las aguas y los cocodrilos han acabado ya con la vida de niños y mayores en un poblado sin infraestructuras en el que llevan años instando al Gobierno a que les construya un puente.