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Al sureste de la Comunidad de Madrid, en la fértil Comarca de las Vegas, nos encontramos con Huerta de Carabaña, un proyecto que rescata los sabores y técnicas de cultivo ancestrales. Liderada por José Cabrera, no es solo una granja, sino un compromiso con la preservación del sabor y la biodiversidad que la industria alimentaria moderna parece haber dejado atrás. “Carabaña comienza como un proyecto personal en la búsqueda del sabor perdido”, señala Cabrera a Aquí se hace.

Un proyecto en sintonía con la naturaleza

Huerta de Carabaña se encuentra en la vega del Tajuña, una región regada por este río. Estos maniantales alimentan los cultivos con un agua rica en minerales y sulfatos, que no solo es esencial para la calidad y el sabor de los productos, sino que aporta características únicas en su textura. Esta agua, de propiedades mineromedicinales, es un componente clave que distingue a los productos de esta huerta.

La huerta, además, aprovecha semillas de variedades antiguas, algunas de ellas casi extintas y sin modificaciones genéticas, preservando así el sabor y la esencia original de sus cultivos. Un ejemplo de ello es su extenso cultivo de tomates: de las 4.000 variedades de tomate conocidas, Huerta de Carabaña ha plantado 47.000 tomateras de 250 variedades distintas, logrando una increíble diversidad de formas, colores y sabores.

El portainjerto: tecnología y naturaleza en equilibrio

Uno de los aspectos que hacen a Huerta de Carabaña un proyecto único es el uso de técnicas de portainjerto, un método en el que dos plantas se unen para mejorar su resistencia y rendimiento. "El portainjerto tiene el fin de unir dos variedades para que los virus del suelo no pasen a las plantas", explica Cabrera. Este proceso, que evita la utilización de pesticidas y productos químicos, permite proteger las plantas de enfermedades del suelo de manera natural, fomentando un equilibrio biológico. Para ello, recurren también a barreras naturales como los rosales, que rodean los cultivos y atraen insectos beneficiosos con su aroma, lo que refuerza la resistencia natural de las plantas.

El aceite de oliva virgen extra: la joya de la Vega del Tajuña

El proyecto no se limita a frutas y verduras; también se distingue por la producción de uno de los aceites de oliva virgen extra más reconocidos de la región: el “Changlot Real”. Con cinco variedades de aceitunas cultivadas en su olivar de más de 180 hectáreas, el “oro líquido” de Huerta de Carabaña ha ganado fama tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, consolidándose como un producto insignia de la comarca.

En un mundo que se aleja cada vez más de las prácticas agrícolas tradicionales, Huerta de Carabaña se erige como un refugio para los que buscan reconectar con los sabores y métodos del pasado. Un hecho que parece estar marcando tendencia en la Comunidad de Madrid.