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(Actualizado

Julio Martínez

Madrid volvió a la normalidad, a la calma. La resaca patriótica dejó liquidados a los ocasionales y fue un día más para los fijos. La vergüenza y el cachondeo que traen los animosos dio pie a la seriedad, el respeto y la exigencia. Seriedad de los de Cuadri, respeto a don Fernando y exigencia para que saludase el ganadero desde el tendido. Una pancarta, otra, surgió desde el corazón del tendido 7 agradeciendo al ganadero el legado que deja o más bien los logros conseguidos. Era la última corrida que lidiaba como titular del hierro onubense. Emocionado y tras más de dos minutos de rotunda ovación se puso en pie. Saludó a los presentes y volvió a la piedra para ver naufragar a sus toros. No fue una buena corrida, de hecho dijo el criador que era de las peores que había lidiado en Las Ventas.

Trabajaron más los varilargueros que los matadores. Se intercambiaron los papeles. Los del castoreño se encargaron de matarlos y los toreros trataron de mantenerlos en pie. Como para todo, hay formas y formas. Están las de un Rafaelillo a años luz de lo que fue; las de Octavio Chacón, endiosado por bregador y vilipendiado por conformista y las de Domingo López Chaves, un torero que regresaba siete años después a San Isidro y lo hizo para quedarse.

Solo el salmantino tuvo enfrente un animal con posibilidades. Y lo cuajó, especialmente en dos tandas por el pitón izquierdo. Es difícil atreverse a decir que a gusto, pero si se le vio por momentos desmayado y corriendo la mano sin mirar el hierro del toro. Mal a espadas, perdió un trofeo importante. Fue lo único a destacar del festejo.

El torismo echó la persiana con el peor broche posible, aunque a tenor de lo visto en corrales se podía intuir que aquello no iba a dar para mucho. No hay nada seguro en los toros, pero aquello era palpable. Volverá o no Cuadri, pero don Fernando ya no tendrá esa preocupación. Que descanse y disfrute. Esta tarde vuelven los toros de Fuente Ymbro, que tendrán enfrente a Morenito de Aranda, Pepe Moral y José Garrido.