Cuando el piropo deja de ser un halago y se convierte en acoso
Redacción
El lenguaje se convierte en un arma de acoso sexual. ¿Qué supone un piropo para una mujer? ¿Haría falta una legislación contra el acoso callejero como existe en otros países? ¿Qué pasaría si las mujeres empezaran a piropear por la calle? ¿Qué diferencia hay entre un piropo afectivo y otro que ofende? ¿Piropean los jóvenes? ¿Cómo reaccionan ello ante un piropo? ¿Lo aceptan o lo rechazan? Pilar Úcar, profesora de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia Comillas nos aclara todas estas dudas en Onda Madrid: "Del piropo al hostigamiento hay una línea muy fina que se traspasa fácilmente".
La educadora cree que todo tiene un comienzo en nuestros orígenes y forma de ser: "A veces por nuestra cultura mediterránea donde compartimos tanta expresividad nos lleva a pensar que esa opinión la vamos a recibir con gusto y con agrado, pero no siempre es así. Por eso, preferiría que esas costumbres y tradiciones las dejáramos de lado".
A pesar de que pudiera parecer lo contrario y con los tiempos que corren, los jóvenes siguen lanzando piropos o expresiones que esconden acoso a diario y por la calle, como confirma Pilar: "Se siguen escuchando en la calle palabras que a mí me parecen innecesarias, pero este tipo de lenguaje sexista se está traslandando a las redes sociales y nos consta -según estudios- que las chicas lo leen y no se sienten muy cómodas a la hora de decir no".
¿Cuándo debería entonces tener cabida el piropo y cuándo está de más? La experta tiene clara la línea que los separa: "El piropo, el halago o la admiración tienen sentido entre iguales o cuando hay relaciones afectivas de por medio, pero en la calle y entre desconocidos o en un lugar de trabajo desentona y está de más".
Legislación en España y fuera de ella
En países europeos como Bélgica u Holanda existen leyes que permiten penalizar el acoso callejero pero en nuestro país donde el 'piropo de andamio' es tan habitual, no está clara y marcada la legislación al respecto: "Existe el artículo 173 del código penal por el cual se pueden condenar este tipo de actuaciones como un delito de injurias, pero los juristas dicen que muy pocas veces se denuncia un piropo que no lo es o que transgrede esa frontera". El motivo según Pilar Úcar es porque "es difícil demostrar y adjuntar pruebas".
En la actualidad, el Gobierno está elaborando un borrador de la Ley de libertad sexual y se pretende que en el código penal se incluya el delito de lo que se va a denominar 'acoso ocasional' que sería la figura que podría penalizar una actitud intimidatoria de una persona hacia otra que no lo desea. "No solo países del norte de Europa, sino que países hermanados al nuestro como Costa Rica tienen leyes muy duras para estas situaciones", apunta la profesora. Y para finalizar, un deseo: "Hay que hacer un esfuerzo para que el piropo se reduzca en un ámbito de simetría afectiva".