La crisis por el coronavirus ha provocado casos de ruina económica a personas que antes podían vivir de su sueldo, podían comer y tenían su casa. Es el caso de Abel, que vive en una tienda de campaña a la orilla del río Henares, cerca de Alcalá, porque le echaron de su trabajo y se quedó en la calle.
Llevaba 30 años trabajando en una empresa de climatización que las restricciones por la pandemia se llevaron por delante. Pero a Abel su precaria situación no le ha hecho derrumbarse. A Buenos Días Madrid asegura que, pese a la ruina en la que se encuentra “no tiro la toalla, saldré de esta como pueda, estoy psicológicamente fuerte y no pierdo la esperanza porque si la pierdes te entierran”.
Sin trabajo y a orillas del río
Tiene 43 años y lleva cuatro meses viviendo en la tienda de campaña, desde que se quedó sin trabajo en marzo, justo al comienzo de la pandemia. “Me quedé sin trabajo porque la empresa no podía aguantar más”, dice.
No tenía ni para pagar una habitación por lo que de la noche a la mañana se quedó en la calle aunque ha intentado durante todo el tiempo salir de esa situación. Gracias a la Casa de Acogida Virgen de las Angustias pudo encontrar primero alojamiento allí durante dos semanas y otra tenía que irse fuera y así durante un par de meses. “Nos trataron muy bien, pero en junio ya no pudieron”, señala
También da las gracias a los servicios sociales de Alcalá y a la Cruz Roja que durante el estado de alarma le buscaron un hostal en el que podía dormir y tenía algo para comer. Sin embargo, cuando terminó el estado de alarma en julio se vio otra vez en la calle.
Su familia no conoce su situación
Su familia no conoce su situación y por eso no quiere salir a cámara. “Mi madre, mi tía y mi hijo no lo saben –dice- aunque parte de la familia sí”. Abel tiene un hijo de 15 años y asegura que “saldré de esta como pueda”. Confía en encontrar un trabajo: “yo me adapto a lo que sea –apunta- aunque lo mío es la climatización, calefacción, fontanería tuberías..”
En la ribera del Henares sonde está su tienda de campaña hay más gente viviendo. “Sí hay gente viviendo aquí, pero son de la calle de toda la vida”, señala. Abel trata de “ser fuerte y salir de aquí, la gente que tira la toalla se pasa a la mala vida y ya está”.
Abel da las gracias a todos los que le ayudan como la Cruz Roja ayuda y la Casa Virgen de las Angustias y también a una amiga suya que no le ha fallado, y que incluso le ha dejado ducharse en su casa alguna vez.