Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
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El portal en el que vive Abel y sus vecinos en Alcorcón es lo más parecido a un escenario de guerra. Hace tres años contactó con ellos una empresa de reformas, Davinia Construcciones, S.L., para acometer la instalación de un ascensor en el bloque.

Cuando el titular de la empresa, Pablo, comenzó las obras no había pedido ningún tipo de permiso municipal ni licencia, y empezó a trabajar en el interior del mismo. Cuando llegó la pandemia dejó de trabajar. Hoy, más de un año después, aún no ha retomado la obra.

Abel nos cuenta que para ejecutarla, los vecinos tuvieron que pedir un crédito bancario por 120.000 euros. Y lo que no se termina de explicar es cómo Pablo ha llegado a retirar de aquel dinero una cantidad entre 60.000 y 70.000 euros, sin aportar certificación de obra alguna.

No sólo le acusan a él de estafa, también a su arquitecto, que jamás aportó proyecto o documentación reglada.

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Ahora, antes de interponer la demanda, Abel y sus vecinos han tenido que recurrir a los servicios de un abogado, y han contratado también a un arquitecto que está trabajando en un informe de daños y elabora un presupuesto que estime la cuantía que habrán de pagar para devolver el edificio a su estado original, con o sin ascensor.

Cuentan con documentación de los correos electrónicos intercambiados con Pablo, el presunto estafador. En una de esas comunicaciones, el hombre se comprometía con ellos a retomar los trabajos a partir del 1 de septiembre, pero eso no ha llegado a ocurrir. Ya no les atiende las llamadas. Por eso aportamos el número de teléfono del constructor para tratar de conseguir respuesta por su parte.

Buenos Días Madrid, ha llamado al constructor en directo y ha mediado en una conversación entre él y los vecinos. En la conversación el constructor ha dicho que ha tenido que cerrar la empresa: “tendré que poner el dinero cuando salga el juicio, no me queda otra” y que su intención era "devolver el dinero”, pero eso no convence a los vecinos que dicen que “con la intención no basta” y argumentan que “en la vida hay que dar la cara”; le acusan de llevarse el dinero y dejarles con la obra sin hacer.

El constructor aduce que ahora está trabajando por 300 euros en una empresa de encofradores, que lo perdió todo: “ me empezaron a venir mal las cosas, no tengo absolutamente nada”.

Parece que la solución al conflicto va a tener que pasar por los tribunales