Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
(Actualizado

La conocida periodista rusa Yelena Miláshina, ha sido brutalmente agredida en Chechenia. Ha tenido que ser ingresada en el hospital a donde ha llegado casi desmayada.

El parte médico registra lesiones en la cabeza, hematomas en todo el cuerpo, varios dedos rotos. Los agresores la tiñeron de verde

La periodista estaba amenazada por el presidente checheno por investigar ejecuciones extrajudiciales del gobierno.

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La periodista ha revelado ahora algunos detalles del ataque y prometió volver a la república rusa pese a la experiencia sufrida. "Por supuesto que iré (a Grozni)", dice Miláshina en un vídeo difundido por Serguéi Babinets, jefe del Equipo contra la Tortura.

A la vez, la reportera del periódico Nóvaya Gazeta, ilegalizado en Rusia, asegura que antes de viajar avisará al Defensor del Pueblo de Chechenia, quien se ha comprometido a garantizar su seguridad durante nuevas visitas a la región.

Miláshina y el abogado Aleksandr Nemov fueron atacados en Grozni, capital de Chechenia, poco después de llegar a la ciudad desde Moscú para asistir a la lectura de la sentencia contra Zarema Musáeva, madre de unos activistas chechenos, acusada de fraude y agresión a un agente policial. Musáeva fue condenada hoy a 5,5 años de cárcel.

"Yo, como periodista, y Sasha, que es el abogado de Zarema, viajaremos a la apelación", prometió Miláshina, quien agregó que Musáeva es castigada "solo por ser madre", ya que no es opositora ni ha criticado a las autoridades.

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"Ha dado a luz a unos hijos que se comportan como consideran necesario y ella es condenada solo por ser su madre (...) Es absolutamente ilógico e inaceptable", agregó.

"SABÍAN LO QUE QUERÍAN"

Según Miláshina, los atacantes, entre 10 y 15 personas, "sabían lo que querían y conocían sus límites". La reportera cree que algunos de ellos pudieron viajar con ella y Nemov en el avión procedente de Moscú.

Miláshina y Nemov pidieron un taxi desde el aeropuerto de Grozni que fue seguido por tres coches con cerca de "unas cuatro personas en cada uno".

Los vehículos de los atacantes interceptaron el taxi y luego sacaron del coche a sus dos pasajeros, que fueron golpeados y amenazados con cortarles los dedos en un barranco."Sabían lo que hacían y tenían prisa. Tenían un límite de tiempo", opinó Miláshina, quien agregó que pese a lo que habían dicho los médicos en un primer momento, sus dedos, golpeados durante la agresión, no están rotos.

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"No tocaron el dinero o las tarjetas bancarias, eso no les interesaba. Solo les interesaba el equipo (informático) y los documentos", señaló.

Los enmascarados raparon a Miláshina y rociaron su cabeza con un antiséptico verde, mientras Némov sufrió un navajazo en la pierna.

La defensora del Pueblo ruso, Tatiana Moskalkova, habló por teléfono con Miláshina y prometió que el ataque sería investigado de una manera "exhaustiva"."Los responsables deben llevar un castigo", aseguró.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo por su parte que el presidente Vladímir Putin había sido informado sobre la agresión a Miláshina y Nemov y afirmó que se trata de un "ataque muy serio" que requiere de "medidas enérgicas".

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También el líder checheno, Ramzán Kadírov, blanco -junto a su entorno- de muchos artículos de investigación de Miláshina, publicó un mensaje en redes sociales en el que aseguró que había instruido a "las autoridades competentes a hacer todo lo posible para identificar a los atacantes".

Mientras, en el Ministerio de Política Nacional y Relaciones Externas de la república caucasiana vieron la "huella de la inteligencia occidental" detrás del ataque a la periodista.

La reportera de "Nóvaya Gazeta", famosa por denunciar los abusos de las fuerzas de seguridad chechenas, no vive en Rusia desde febrero de 2022, cuando abandonó el país por amenazas.

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Las amenazas que recibía Miláshina por su labor periodística, comparada con la que realizaba la asesinada Anna Politkóvskaya, fueron denunciadas previamente también por Amnistía Internacional.

En febrero de 2020 la periodista, que cuenta con premios de Human Rights Watch y Reporteros Sin Fronteras, entre otras organizaciones, fue víctima de otra agresión en Chechenia