"César estaba como si no pasase nada": así fue el registro de la casa de Villalbilla donde hallaron muerta a Raquel

La principal hipótesis de los investigadores es que Raquel, la mujer hallada muerta en su casa de Villabilla, falleciera por la ingesta masiva de pastillas.

La autopsia preliminar no ha encontrado signos de violencia externos en el cadáver, pero había cajas de medicamentos junto al cadáver y según su marido, ella se había intentado suicidar varias veces. A los agentes les dijo que desconocía el paradero de su mujer, a pesar del fuerte olor que había en la vivienda.

Su marido, César, fue detenido el domingo y ha ingresado en prisión acusado de homicidio o inducción al suicidio. Tras pasar a disposición judicial ayer, el marido de la fallecida, de 65 años, declaró ante el juez y negó ser el autor de los hechos. Se encuentra actualmente en la cárcel de Alcalá Meco.

En Buenos Días Madrid hemos hablado telefónicamente este viernes con Domingo, uno de los dos testigos citados por la Guardia Civil para presenciar el registro de la vivienda del matrimonio.

"Yo conocía la casa muy bien porque era de un amigo mío que falleció hace un año", explica Domingo. "Donde estaba la habitación de su hijo fue donde construyó el zulo el marido de Raquel", añade.

En ese zulo insonorizado fue donde hallaron el cuerpo de Raquel, rodeado de pastillas. Lo más probable es que llevara allí desde su desaparición, el pasado 31 de agosto. Unos días después, el 3 de septiembre, César denunció dicha desaparición.

"Me dieron una mascarilla al entrar en la vivienda y aún así el olor a podrido era tremendo", indica este testigo. "La otra testigo y yo íbamos viendo cómo hacían el registro, requisaron el ordenador, los móviles de la pareja... tomaban nota de todo", prosigue Domingo.

Este testigo presenció cómo fue la detención de César, quien hasta ese momento se había negado a facilitar la entrada de los agentes sin una orden judicial. "El marido quiso entrar a la casa y enseguida le detuvieron. Le pusieron en una silla, mirando a la pared, y comenzaron a interrogarle", cuenta.

La actitud del detenido sorprendió a Domingo. "Tenía una sangre fría... Ya mi amigo me había dicho este hombre era raro de narices. No decía nada, ni nos miró. Estaba tan tranquilo, como si no pasase nada; otros se hubieran puesto nerviosos", explica.

Los vecinos coinciden en el carácter huraño y especial de César, quien nunca les saludaba por la calle. Solía caminar rezando. El detenido vivía de negocios de ocultismo, de seres y fuerzas extrañas, sobre las que escribía libros y tenía una página web.