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La soledad no deseada se está convirtiendo en la epidemia del siglo XXI y cuando llega la Navidad el sentimiento de soledad se acentúa. Más del 13% de la población española sufre este mal y en el caso de las mujeres se eleva al 14,8%, Según el último estudio del Observatorio de la Soledad No Deseada de la Fundación ONCE.

La soledad no deseada se extiende y se vincula con enfermedades tan graves como el infarto de miocardio, el ictus, la angina de pecho, la diabetes y, por supuesto, con trastornos de salud mental. Le cuesta a España más de 14.000 millones de euros cada año.

En este sentido, la Comunidad de Madrid ha lanzado una campaña para que los mayores que quieran puedan irse unos días a una residencia. Teatro, museos, música y compartir momentos con otras personas en unas fechas tan especiales como estas. Un programa totalmente gratuito donde se pueden encontrar hasta 1.000 estancias que ha puesto la Comunidad en disposición de los mayores de 65 años.

Por otra parte, conocemos el testimonio de una persona que sufre este problema desde hace muchos años. Manuel tenía una empresa de fontanería con 22 empleados, estaba casado y tenía dos hijas. Por los efectos secundarios de un fármaco entró en estado catatónico durante 12 días y otros 28 en coma profundo. Desde entonces sufre importantes secuelas que le afectan al pulmón y a los huesos.

"La soledad no solo la sufren las personas mayores"

Nada más salir del hospital su mujer le dijo que no podía dedicar toda su vida a cuidar de un enfermo y le interpuso una denuncia por malos tratos. La demanda no prosperó, pero llegó el divorcio y la separación de sus hijas pequeñas. Las graves patologías que sufría le llevaron a una prejubilación con tan solo 36 años.

Ahora tiene 55 años, no tiene relación con sus hijas, tampoco tiene amigos y confiesa que se siente muy solo. Reconoce que la soledad solo atrae malos pensamientos y anula la motivación “para mí, las navidades son como un día más”, comenta Manuel. Además, dice que se acostará a las 22:00 de la noche porque "no tendré nada más que hacer", añade.

Estudiantes y mayores comparten piso para combatir la soledad y la falta de alquileres asequibles

Ante esta situación, Manuel nos confiesa que no tiene ganas de vivir, se siente solo y no le desea a nadie lo que el está viviendo, "no puedo morirme porque no ha llegado mi día, pero me siento muerto en vida y me gustaría morirme", comenta y añade, "para vivir como vivo prefiero no vivir".