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El drama de Elena, vecina de Villaverde, no es vivir sin ascensor en un tercero. Es algo más. Su hijo tiene parálisis cerebral desde que nació y ella se ha enfrentado sola a sus cuidados. Para salir a la calle o para que vaya al colegio tiene que cargarlo a cuestas los tres tramos de escaleras en el piso alquilado en el vive en Villaverde desde hace ocho años. Ahora ya no puede.

El niño creció. Tiene 12 años y pesa 35 kilos. Lo sube y baja sobre sus hombros, no le queda otra, como si fuera un fardo de patatas. Un drama diario para que el niño pueda ir a la escuela.

Un drama que continúa en casa, donde no tiene nada de lo que necesita para darle de comer, para vestirle, para bañarle. Solo su esfuerzo, el amor que le transmite su hijo y la esperanza de que finalmente se le conceda una vivienda social adaptada, ya sea la EMVS o la Comunidad de Madrid.

Elena ya la ha solicitado y se le ha reconocido su derecho, pero lleva dos años en las listas, a la espera de que quizás se le otorgué, dice, en el próximo sorteo. Es la respuesta que recibe. "Hay que esperar".

Y ella espera un sorteo o una llamada que le comunique su concesión. Es su esperanza. La que le mantiene con fuerzas cuando pasa semanas encerrada en la casa, sin poder salir a la calle, porque su hijo no tiene escuela.

¿Y si no le toca en el sorteo?