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Es una persona que ha trabajado toda su vida y que ahora se ha quedado sin nada, es Fulgencio Fernández, un camarero de la Plaza Mayor quien ahora engrosa las colas del hambre y por desgracia es el prototipo de la ruina en la que ha sumido la pandemia a los españoles.

Fulgencio está ahora abrumado por la respuesta de solidaridad de los madrileños. Conocimos su historia en el programa ‘La Redacción’ de Telemadrid, la de un camarero en paro, sin apenas ayuda económica, padre de una pequeña de dos años y que cuida de su mujer, enferma crónica.

Fulgencio Fernández: "Me he acostado muchas noches sin cenar para que coma mi hija de dos años"

Fue su participación en el programa de Telemadrid lo que desató toda una corriente de solidaridad. En estos días le han inscrito en un banco de alimentos y le han ingresado 2.000 euros en su cuenta. Con ese dinero, dice, puede tirar al menos varios meses si lo estira. Gracias a tu testimonio en Telemadrid esta semana acudió a una oferta de trabajo. No lo pudo aceptar porque se trataba de un empleo para media jornada y el sueldo era el mismo que lo que está cobrando en el ERTE.

Está sorprendido y emocionado de tanta solidaridad por parte de la gente. "Muchas gracias de corazón a todos ", dice ante las cámaras. No deja de recibir llamadas para facilitarle alimentos, juguetes para su hija y hasta una alfombra. Cuenta que cuando un día llegó a las colas del hambre y ya no había nada "la gente de la cola me dio que si una lata de atún, unos espárragos.. ¡la gente de la cola!"

Aluvión de solidaridad para Fulgencio Fernández: "Estoy muy agradecido, tengo comida para 15 días"

“Tengo ahora para unos meses y la gente dirá que no es nada, pero para mí es mucho tengo al menos para ese tiempo. Lloro ahora, pero es de emoción”. Fulgencio tiene un serio problema en la vista que puede acabar en un desprendimiento de retina, pero dice que “no puedo gastarme el dinero en gafas, el dinero que me ha dado la gente”.

Fulgencio está muy “decepcionado con el Gobierno que no ha dado ayuda para nada, ni para los alquileres, nada, tengo sólo Cáritas”.

Y está sorprendido y emocionado de tanta solidaridad por parte de la gente. No deja de recibir llamadas para facilitarle alimentos, juguetes para su hija y hasta una alfombra.