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Ana y Pedro alquilaron su vivienda en la calle Goya de Madrid a un diplomático saudí: 200 metros de lujo en uno de los mejores barrios de la capital.

“El 2 de noviembre del 2021 acudió a nuestra casa el agregado financiero de la embajada de Arabia Saudí” explica Pedro “acudió no solo con su carnet de diplomático su acreditación, sino también con un Corán en español en señal de entendimiento y buena fe”.

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Pedro señala que a causa de todo esto, “en ese momento nosotros creíamos que iba a ser un buen inquilino”.

El arrendamiento lo hicieron a través de un amigo íntimo del diplomático al que nombró traductor y representante.

Poco a poco empezaron a darse cuenta de que el amigo entraba y salía asiduamente de la vivienda: se había instalado allí en la ausencia del diplomático.

“Ahora se va a cumplir en septiembre un año que ya no paga la persona que está dentro que estuvo en esa firma de ese contrato, como intermediario inmobiliario y amigo del diplomático” explica Pedro que asevera “todo ha sido un fraude desde el principio”.

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El propietario del piso expone que “mi mujer se encontró con ese mediador inmobiliario jordano” que le dijo a su mujer “que esa casa ya era suya, que nos olvidáramos de ella y que antes de salir la quemaba entera”.

La deuda que todo esto ha generado a Ana y Pedro asciende ya a más de 50.000 euros porque “hasta ahora no solo no ha pagado, sino que le tenemos que pagar la comunidad el agua caliente, el agua, el IBI y todos los gastos”.