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La sequía sigue mermando nuestro embalses. Según los últimos datos conocidos la reserva hídrica española se encuentra a menos del 50% de su capacidad. El agua embalsada es actualmente un 0,4% menos que hace una semana, lo que supone cera de 27.800 hectómetros cúbicos.

El mundo del campo está siendo uno de los que más están padeciendo esta situación. La sequía amenaza ya seriamente la producción de este año de garbanzos.

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Jose Francisco Brunete es agricultor y presidente de la Asociación La Garbancera Madrileña. Plantó hace varios meses, cuando no se esperaba que la falta de agua llegara a ser tan acuciante. Ahora teme que la cosecha que recogerá este verano sea la peor en muchos años.

Debido a "la severa sequía de este año ha hecho que las plantas estén a la mitad de lo que deberían estar. Me llegan por el tobillo cuando me deberían llegar por la rodilla. Eso hace que los rendimientos vayan a ser mucho menores", explica.

El garbanzo es un cultivo de baja huella hídrica que aprovecha muy bien las lluvias si se producen en otoño e invierno. En los últimos años, con la bajada de las precipitaciones en esas estaciones y en primavera, se está viendo muy afectada la producción. Además, el aumento de las temperaturas por encima de lo normal en los meses de floración y cuajado de flores del cultivo hace que se acentúe aún más la pérdida de cosecha.

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Otro de los problemas al que se enfrentan los productores de garbanzo es la pérdida de rentabilidad. Los costes de producción han subido en la pasada campaña con respecto a la anterior.

Garbanzo madrileño

Lo que hace único al garbanzo madrileño es que aumenta más del doble su tamaño tras la cocción, no pierde su piel en el proceso y presenta una untuosidad mantecosa y blanquecina en su interior, que le convierte en el ideal para la elaboración del tradicional cocido madrileño por su tersura y sabrosas propiedades.

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El garbanzo madrileño destaca además por su pequeño tamaño y color anaranjado.