Muere Rafael Lozano, patriarca de Entrevías: "Era un hombre de paz"
Era llamado desde toda España para mediar en los conflictos entre gitanos
Su familia recuerda en 'Buenos Días, Madrid' su figura y su legado
Cuando murió Paco a manos de ‘El Chule’ del clan de Los Visita, en el Pozo del Tío Raimundo y se desató la violencia, hubo un hombre, sólo uno, que consiguió calmar los ánimos. Rafael Lozano, el patriarca de Entrevías, fue el responsable de que las aguas volvieran a su cauce y que la situación no fuera a más. “Soy mediador por ambas partes”, le dijo en aquella ocasión a Laura Gómez, en una entrevista
Era el año 2019 y Rafael evitó que se produjeran represalias tras el asesinato de Paco y medió para que el Chule se entregara a la policía. Nunca criminalizó a nadie.
Ahora Rafael, el patriarca, ha fallecido y Buenos Días, Madrid ha estado en directo con dos de sus hijos, Antonio y Enrique y su nieto, Miguel.
Antonio recuerda la intervención de su padre tras el asesinato de Paco: “No sólo medió y puso paz entre los gitanos, sino también entre los payos y los gitanos, que estaba la cosa muy fuerte”.
Era el patriarca de las 136 familias gitanas del barrio. Su muerte es, ahora, un duro golpe, no sólo para todo el barrio de Entrevías, también para todo el país. Todos los gitanos respetaba su autoridad y mediaba en los conflictos que se producían en toda España. Era llamado desde todas las regiones para resolver problemas de convivencia y reyertas.
Su hijo Antonio ha heredado ahora la vara de Rafael y suya es la responsabilidad de continuar con el legado de su padre y realizar esa labor de mediador en las peleas o conflictos que se produzcan. Su trabajo será “hacer todo lo posible por ayudar a todos los gitanos en cualquier barrio o capital, donde me llamen yo iré”, dice Antonio.
“Mi padre estaba en cualquier lugar de España donde había problemas de gitanos”, cuenta Antonio, “todo el mundo le respetaba y lo que él decía tenía que hacerlo, tenían que cumplir la palabra que mi padre pusiera”.
Rafael puso paz en muchas reyertas. Su hijo Enrique recuerda la ocasión en que llamaron a su padre desde Valencia donde dos grupos estaban enzarzados en una violenta disputa: “mi padre bajó y puso paz entre los dos bandos enfrentados”. Cuenta que Rafael solucionó el problema con “cinco palabras directas al corazón”. Recuerda que cuando terminó la pelea “empezaron todos a aplaudirle”.
Rafael era un hombre con mucho carácter y muy respetado, tanto en la comunidad gitana como fuera de ella .“Sabemos que ha dejado un legado grande”, cuentan sus hijos que están muy orgullosos de su padre: “Nos ha dejado un legado muy grande y lo podemos decir con la cabeza bien alta”.
Su nieto Miguel le acompañaba en muchos de sus viajes, cuenta que hasta la policía, e incluso jueces, acudían a él: “Él iba donde fuese, con su palabra, con sus formas y dónde no llegaba la policía o un juez, la gente le escuchaba y hacía lo que decía”.
Recuerdan sus hijos que "cuando él entraba por la puerta de una casa, entraba y había un silencio, cuando él hablaba, nadie hablaba por encima de él". Recuerdan también su “buen estar, sus buenas palabras, era un hombre de paz, nos ha dejado un legado de respeto”
Orgullo, ante todo su familia le recuerda con muchísimo orgullo: “nos sentimos con mucho honor y mucha alegría” por todo lo que hizo Rafael.
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