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Francisco y Natividad son un matrimonio de jubilados, que con sus ahorros de toda la vida compraron un pequeño piso en Villaverde para poder alquilarlo y tener una jubilación más desahogada.

Su pesadilla comenzó cuando su último inquilino dejó de pagarles el alquiler hace dos años. Aunque han denunciado el caso, el asunto está paralizado en el Juzgado de Instrucción número 77. "Está en un cajón metido", dicen Francisco y Natividad. Cada 15 días preguntan por la situación de su caso pero no reciben respuesta. "Por falta de funcionarios", nos dicen.

Sin embargo, a raíz de la denuncia que han realizado en el programa Buenos Días Madrid, sí han tenido una contestación del juzgado. Una de las hijas del matrimonio lo ha comprobado en directo tras llamar al funcionario y preguntar por su expediente. "Estamos con ello, a la espera del que nos den fecha en el departamento de alzamientos", les ha contestado dicho funcionario.

Mientras se resuelva, esta pareja permanece en un sinvivir. "Es un marrón muy gordo. Estamos fatal", confiesa Francisco, quien tuvo que acudir al hospital 12 de octubre "porque no descanso". "A veces hasta no nos llevamos bien mi mujer y yo por culpa de esto", dice para explicar cómo esta pesadilla les está afectando a nivel personal. "Mi mujer tiene arritmias y antes iba cada mes al hospital, pero a raíz de esto tiene que ir cada semana", asegura.

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El matrimonio está desesperado porque además tienen que hacer frente al pago de los suministros de su inquiokupa. La deuda del inquilino es de 12.000 euros y los propietarios tienen que seguir pagando los recibos de la vivienda, como la luz, el gas o el agua. "El abogado nos dice que tenemos que seguir pagando los recibos. No lo entiendo", dice Francisco. "Mi mujer está en casa en verano con el abanico y el inquilino con aire acondicionado que pagamos nosotros, 200 y pico de euros que hemos pagado".

"Para nosotros es muchísimo dinero. No podemos ayudar al resto de nuestra familia por culpa de esta persona. Tenemos 76 años y estamos protegiendo a uno de 40", afirma Francisco.

El inquilino no les coge el teléfono ni les abre la puerta. "Mis horas de ocio las paso sentado delante de la casa esperando a ver si entra en razón", apunta Francisco, quien nos comenta que el 10 de diciembre el inquilino les aseguró que se iría del piso, "pero no lo hizo".

"Si no puede estar en la casa, que no esté", concluye Natividad. "Somos obreros. He estado muchos años levantándome a las cuatro de la mañana para ir a trabajar a Barajas. Nos ha costado mucho esfuerzo comprar este piso y ahora no podemos disfrutar de lo que tenemos", añade.

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El contrato de alquiler concluye en mayo pero los propietarios no saben qué podrá pasar en esa fecha. Mientras, siguen esperando una solución.