Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
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Vanesa, del barrio de Laguna, en el distrito de Laguna, lleva tiempo viendo como abunda en su barrio el tráfico de drogas. Lleva toda la vida viviendo allí, sus padres viven una planta más arriba.

Desde que comenzó el confinamiento por la pandemia del coronavirus se hace más evidente el tráfico de drogas en la calle. Los camellos aprovechan el momento de los aplausos para, con total impunidad, para ponerse a vender a la vista de todo el mundo.

Los toxicómanos consumen cerca de una iglesia

Asegura Vanesa que son una familia de gitanos que viven en el número ocho. Una tarde vio cómo uno de los narcotraficantes abría el maletero de un mini de color negro y al hacerlo empezaron a acudir yonkis por todas partes.

Los toxicómanos se van después a consumir cerca de allí, en el entorno de la parroquia Crucifición del Señor, aprovechando la ausencia de gente por la calle. Asegura que durante la noche permanece encendida la luz de la terraza de la casa de los traficantes. Ahora con la posibilidad de que los niños vuelvan a salir a la calle esta situación se torna aún más peligrosa.