Nos trasladamos a Hoyo de Manzanares para conocer uno de los restaurantes más románticos que podamos imaginar. Como si fuéramos los protagonistas de una historia de intriga de Agatha Christie, nos adentramos en el vagón de 1931 que Benito Celestino recuperó para montar en él su restaurante. No le falta detalle. Está lleno de objetos auténticos de la época para comer o cenar como si estuviéramos a bordo del mismísimo Orient Express.