Pitidos constantes, caravanas inmensas de coches, música a todo volumen en los vehículos. Es la imagen que se repite en el entorno del Wanda cada vez que se celebra un partido.
Los vecinos no pueden más. Y lo peor es cuando el partido acaba a altas horas de la noche. De madrugada, la secuencia es la misma y dormir se hace imposible. Una situación difícil de solucionar para los vecinos de la Avenida de Guadalajara, principal punto convertido en un hervidero de gente y coches.
Aunque alguno vecinos consideran que la presencia del estadio les ha reportado muchos beneficios, sobre todo al comercio y hostelería de la zona.