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La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ubicada en pleno centro de Madrid, es uno de esos lugares que, a pesar de su imponente presencia, suele pasar desapercibido para muchos transeúntes.

Sin embargo, detrás de sus muros se esconde un vasto patrimonio artístico e histórico que merece ser descubierto. Esta institución no solo es una joya arquitectónica, sino también un testimonio vivo de la evolución del arte en España desde el siglo XVIII.

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Entre las joyas que el museo exhibe, destaca un cuadro de Velázquez, que es una copia fiel de 'La Última Cena' de Tintoretto. A unos pasos de esta obra, los visitantes pueden admirar una pintura de Rubens, titulada 'Susana y los viejos'.

En el amplio salón de actos, resalta un majestuoso retrato de Felipe V. Su presencia en este espacio no es casual: fue gracias a él que se inició la enseñanza reglada de Bellas Artes en España, un hito que marcaría el futuro del arte y la cultura en el país.

¿Una mina en medio de Madrid?

Inicialmente, las clases se impartían en el Palacio Real, pero pronto el espacio se quedó pequeño, lo que llevó a la fundación de la Real Academia, primero en la Casa de la Panadería y más tarde en su sede actual.

Una curiosidad que llama la atención en el recorrido es un conjunto de relieves en cera, realizados con motivo de las bodas de Carlos III y María Amalia de Sajonia. Estas piezas representan ciudades icónicas como Dresde, Nápoles y Jerusalén. Sin embargo, falta una pieza crucial: el relieve que representa a Madrid, cuyo paradero es un misterio.

El recorrido por la Real Academia culmina en una de las salas más especiales: las dedicadas a Francisco de Goya, quien fue director de la Academia. Curiosamente, Goya intentó ingresar como alumno, pero no superó las pruebas.

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Años más tarde, fue la propia institución la que lo invitó a ocupar el prestigioso cargo de director de pintura. Entre las obras expuestas, destaca un autorretrato en el que el pintor aparece elegantemente vestido, lo que refleja su estatus social y el éxito que había alcanzado al regresar a Madrid, una posición que pocos pintores lograron igualar.