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Con 26 años y tras una actuación impresionante e histórica de 50 puntos en el sexto partido de las Finales, Giannis Antetokounmpo se coronó este martes como un héroe modesto e insólito en el Olimpo de la NBA.

La estrella de los Milwaukee Bucks, que le deben al griego el primer anillo de esta franquicia desde 1971, fue elegido MVP de las Finales tras una asombrosa serie en la que promedió 35,2 puntos, 13,2 rebotes y 5 asistencias por encuentro.

Imparable para los Suns

Antetokounmpo fue una pesadilla sin fin para los Phoenix Suns y, además de estos memorables 50 puntos en la noche decisiva, dejó otros momentos para el recuerdo como el taponazo a Deandre Ayton en el cuarto partido o el 'alley-oop' en el quinto con el que los Bucks arrebataron el factor cancha a los Suns.

Sin embargo, en estas Finales no solo ha destacado por ser un titán en la cancha sino también por sus cautas reflexiones fuera de la pista sobre el éxito, las decepciones y la ambición.

Humilde

"Cuando me enfoco en el pasado, eso es mi ego. 'Hice esto, ganamos a ese equipo 4-0, gané eso en el pasado'. Cuando me enfoco en el futuro, eso es mi orgullo. 'Sí, en el próximo partido haré esto y esto, voy a dominar'. Ese es tu orgullo hablando, pero no ha sucedido", argumentó ante los medios la semana pasada.

"Yo intento enfocarme en el momento, en el presente. Eso es la humildad. Eso es no establecer expectativas. Es salir ahí, disfrutar del partido, competir a un gran nivel. Mucha gente a lo largo de mi vida me ha ayudado con eso, pero es una habilidad que he intentado perfeccionar", añadió el jugador de los Bucks.