Vídeo: Redacción | Foto:Telemadrid
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No podía respirar, sentía que le estaba dando un ataque al corazón. Fueron los primeros síntomas que Caeleb Dressler experimentó con 17 años. Estaba en un campeonato junior y todavía no era ninguna estrella. Entonces dejó la piscina por primera vez. “Necesitaba un descanso. Un descanso de todo lo que hacía. No tenía un plan. No sabía si iba a continuar nadando o n. Fue un momento muy difícil. No quería hacer nada. No iba a la escuela, tampoco a nadar. Solo estaba acostado en la cama dejando pasar los días”, confiesa Caeleb.

La piscina como un lugar hostil

Superó la depresión, con mucha ayuda de su familia y volvió al agua consciente de que la natación no definía todo de él: “Fue increíble regresar a la piscina. Sentí como si me bautizaran”

Llegó a los juegos de Tokio. Allí dejó de ser el nuevo Phelps, consiguiendo grabar su nombre en la historia. Cinco oros y dos record mundiales. A pesar de todo volvió a hundirse en la oscuridad: “Me sentí perdido. Sólo quería alejarme del agua, pero la piscina también es uno de mis sitios de seguridad, sin embargo volvió a ser un lugar hostil para mi".

En los mundiales de Budapest este año, parecía que todo iba bien. Se había colgado dos oros y abandonó. Otra vez la salud… la salud mental.