"A mi me ha devuelto la juventud", "no puedo explicar cómo me siento de bien", "me voy a mi casa con dolores, pero no de brazos ni de piernas, sino de cara de tanto reirme", "buah, divino".
Así hablan las alumnas del Calipso, un club sin barreras, sobre natación sincronizada. Tienen entre 23 y 63 años de edad, pero con tantas ganas e ilusión como cualquier niña que está empezando.
Sincronizadas para la vida
La mayoría de ellas nunca había practicado esta modalidad de la natación y lo están descubriendo ahora. Es el caso de Carmen Adán, que a sus 63 años es la veterana del grupo.
"De pequeñita no pude hacerlo y por eso lo estoy practicando ahora. Quería inscribir a mi nieta, pero al final he sido yo la que se inscribió", señala Carmen.
Pese a su edad se ha integrado perfectamente en el grupo y está aprendiendo más rápidamente de lo que se podía imaginar.
Novata a sus 55 años
También es una novata, a sus 55 años, María Mozos, aunque había practicado de niña algo parecido a la natación sincronizada. "Yo había hecho lo que se llamaba ballet acuático, pero de eso hace más de 45 años", confiesa.
Sara Corpas es la benjamina del grupo con solo 23 años y la única que cuenta con experiencia en natación sincronizada: "Empecé con ocho añitos en la Escuela de Sincro Retiro David y Velarde, donde estuve hasta los 16 años".
Todas ellas, de la más veterana a las más joven son el ejemplo vivo de que querer es poder.