Vídeo: Efe | Foto:Telemadrid
(Actualizado

El Atlético de Madrid se impuso por 2-0 al Athletic de Bilbao en un partido lleno de gestos de cariño para el capitán rojiblanco Koke Resurrección, cuestionado con silbidos hace cuatro días y este sábado vitoreado en un triunfo que da oxígeno a su equipo para cerrar una mala racha de un mes sin victorias ligueras.

Los goles de Saúl Ñíguez y Álvaro Morata dieron el sello de la victoria a una noche que sirvió para reflejar el apoyo unánime de la grada del Wanda Metropolitano a su capitán, una relación de amor de diez temporadas y 429 partidos -quinto jugador con más encuentros de la historia de un club centenario- que pareció zozobrar el martes ante el Bayer Leverkusen y quedó reconciliada este sábado.

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El capitán rojiblanco era, muy a su pesar, el nombre propio de la semana rojiblanca. No pasa por su mejor momento futbolístico el vallecano, pero lo que hasta el momento era simplemente una situación del juego se fue más allá cuando, el pasado martes en la Liga de Campeones se escucharon silbidos a sus acciones y cuando fue retirado para dar paso a Álvaro Morata, goleador del partido.

Los pitos, minoritarios pero audibles en el Wanda Metropolitano, generaron un carrusel de reacciones, desde la del propio Morata que corrió a abrazarlo al marcar el gol de la victoria, al entrenador argentino Diego Pablo Simeone -también pitado esa noche-, recordando que en el Atlético "han pitado a todos", incluso a históricos como Luis Aragonés, Kiko Narváez o José Luis Pérez Caminero.

No obstante, el capitán rojiblanco no perdió su afabilidad durante la semana, incluso cuando tuvo que dar la cara durante un acto el pasado jueves en el que se inauguró un monumento al Atlético Aviación en los alrededores del estadio, cuando aseguró que se siente "fuerte" y tiene "total confianza" en su juego.

"Esto es un equipo, siempre hemos trabajado y cuando alguien no está en su mejor momento nos apoyamos entre todos. Somos una familia y siempre lo hemos hecho así entre todos", manifestó Koke.

En las causas de su momento futbolístico abundó su entrenador durante la rueda de prensa previa al partido de este sábado. "Koke ocupa demasiados lugares", dijo Simeone, que consideró que el canterano rojiblanco quiere "solucionar situaciones que ve que en otros sectores del campo" y acaba haciendo "más de lo que tiene que hacer", una "responsabilidad" que termina desgastándole.

La grada del Wanda Metropolitano tenía claro que era el momento de ofrecerle su apoyo al capitán, y desde el calentamiento comenzó a animar al centrocampista colchonero. "Koke, Koke", resonaba el fondo sur de un coliseo rojiblanco aún a medio llenar cuando faltaban 20 minutos para el inicio del encuentro.

También hubo aplausos para un histórico del Atlético, Raúl García, 329 partidos a sus espaldas y parte fundamental del equipo que ganó la Copa del Rey 2013 y la Liga 2014, cuando su nombre fue anunciado en la alineación bilbaína. La madrileña, presentada en un bonito mosaico de luces rojas y blancas de los móviles de los aficionados, fue una nueva muestra de apoyo para el capitán local.

Incluso en los instantes previos al saque inicial un unánime "Oe oe oe oe, Koke, Koke" dio a entender al 6 rojiblanco que la grada estaba con él.

Lo necesitaba Koke, y el Atlético, inmerso en una mala racha liguera después de encadenar tres empates -cuatro en las últimas cinco jornadas-, con su estilo de juego y su efectividad en tela de juicio tras solo ser capaz de marcar ocho goles en nueve jornadas, y pese a todo, a tres puntos de la cima de LaLiga Santander.

No empezó bien el Atlético, que en los primeros dos minutos vio como Íñigo Martínez cabeceaba un saque de esquina a la escuadra, un gol prácticamente cantado si no fuera por el seguro de vida en forma de portero que el conjunto rojiblanco atesora: el esloveno Jan Oblak, que volvió a ponerse la capa de superhéroe para volar y salvar a su equipo.

Koke comenzó en la banda derecha, pero alternó su posición para pasar en ocasiones al centro y buscar la conexión con Álvaro Morata, titular tras su suplencia en Champions. De la conexión entre los dos amigos, un pase en profundidad del vallecano hacia la cabeza del 9, surgió el primer saque de esquina para los locales.

Incluso pudo cerrar el partido celebrando un tanto, ya que un saque de falta muy escorado tras una carrera de Diego Costa -que tuvo los últimos 20 minutos de partido en sustitución de Morata-, acabó envenenándose hasta pasar cerca de la portería de Unai Simón. Hubiera sido la guinda, pero lo importante estaba logrado: victoria rojiblanca y reconciliación entre la grada y su capitán.