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Andoni Iraola está disfrutando de su primera experiencia en la máxima categoría del fútbol español como entrenador en el Rayo Vallecano, con el que está protagonizando un excelente inicio de temporada situado en puestos europeos y siendo el segundo equipo más goleador del campeonato.

Iraola (Usurbil, Guipúzcoa, 1982) lleva toda la vida ligado al fútbol. Como jugador disputó 510 partidos oficiales con el Athletic y disputó en 2012 la final de la Liga Europa a las órdenes del argentino Marcelo Bielsa, uno de los entrenadores que más le ha influido.

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Además, vistió la camiseta de la selección española en siete ocasiones y se retiró en 2016 en el New York City junto a Frank Lampard, David Villa y Andrea Pirlo.

Como entrenador, inició su trayectoria en el AEK Larnaca, con el que disputó la Liga Europa y ganó en 2019 la Supercopa de Chipre. De regreso a España, dirigió primero al Mirandés, al que llevó a la semifinal de la Copa del Rey en 2020, y después al Rayo, con el que la pasada campaña ascendió a Primera.

16 Puntos en 9 jornadas. Un inicio de temporada soñado.

Hemos empezado bien pero todavía son pocas jornadas y aún quedan lejos los objetivos. Hay que seguir así para seguir sumando. No imaginaba un inicio como este. Los dos primeros partidos de Liga los perdimos, en dos escenarios complicados, y tener ahora 16 puntos puede sorprender.

Hemos ganado los partidos que teníamos que ganar, los cuatro de casa, y el extra de hacerlo en San Mamés, que es un campo complicado, son puntos que no esperas y que te dan ese salto para estar arriba. Lo más importante es la sensación de que hemos sido competitivos todos los partidos. Podemos ganar o perder pero el equipo no se siente tan inferior a otros rivales como se podía pensar.

El Rayo es un club muy arraigado en el barrio de Vallecas. ¿Personalmente cómo se siente?

Es un club que tiene un apoyo detrás muy grande. Incluso durante la pandemia, que no puedes sentirlo directamente, sí percibes que hay mucha gente pendiente de lo que hacemos.

Es un barrio muy implicado con su Rayo y sientes esa responsabilidad de tener que representar a ese seguidor. Dije al llegar que confiaba estar a la altura para que la gente venga al campo con la ilusión de ver un buen equipo y eso es lo que intentamos.

¿Cómo gestiona ese ruido extradeportivo con las críticas hacía la directiva en todos los partidos?

Es una evidencia. No es una cuestión ni de este año ni del año pasado. Muchas veces se habla del Rayo por problemas extradeportivos pero intentas que no afecte a tu trabajo.

Es difícil aislarte, porque son problemas que de una u otra manera te llegan, pero hay que diferenciarlo para hacer bien el trabajo y que entre todos las cosas vayan a mejor.

¿Cómo es ese cambio de entrar a un vestuario como entrenador y no como jugador?

El hecho de jugar en Primera y conocer un vestuario te da ventajas pero cuando empiezas a entrenar te tienes que olvidar de eso y pensar que casi empiezas de cero. No tiene nada que ver jugar con entrenar. Ese respeto y esa consideración que te tengan por haber sido jugador te va a durar diez minutos.

Te examinan cada vez que entras al vestuario y cada vez que abres la boca, porque los jugadores somos así, y te tienes que ganar el respeto cada día por lo que haces como entrenador.

¿Cómo fue llegar a San Mamés como entrenador visitante?

Se me hizo raro porque he jugado y he estado en el otro vestuario muchas veces. De alguna forma, juegas contra una afición y unos jugadores que han sido compañeros míos. Nos fue bien por el resultado, te alegras, pero se hace raro.

¿Es consciente de que está haciendo muchos méritos para entrenar en el futuro al Athletic?

No podemos hacer planes como entrenadores porque tienes una mala racha de cuatro partidos y estamos discutidos. Lo que tenemos que hacer es cumplir objetivos y hacer nuestro camino. Ahora, llevo nueve partidos en Primera y tengo que aprender muchas cosas.

Tengo que crecer y la oportunidad que me han dado para crecer me la ha dado el Rayo. Me siento en la obligación de devolver esa confianza y estoy encantado en este club. Trabajo para corresponderle en la medida que puedo.

¿Le gustaría volver al Athletic?

Prefiero no ir más allá, porque cualquier cosa que diga me voy a equivocar. En tres meses todo puede cambiar de color.

Tengo que conseguir primero los objetivos con el Rayo, ser un equipo competitivo, que la gente esté contenta y el futuro ya se verá.

Ha tenido como entrenadores a Clemente, Valverde o Bielsa, todos con mucha personalidad. ¿Aprendió algo de ellos para trasladar a su método?

De todos te quedas con cosas, incluso de los que no casan con tu idea de juego. Aparte de esos tres he coincidido con Vicente del Bosque en la selección, con José Luis Mendilibar, que aunque estuvo poco en el Athletic fue importante, o Joaquín Caparrós.

En mi última etapa en Nueva York tuve a Patrick Vieira, que era más de juego posicional, venía de la escuela del City, y me dio una visión distinta a la del Athletic.

Con Marcelo Bielsa pudo ganar una Copa del Rey y una Liga Europa. ¿Qué poso le dejó?

Estoy encantado de haberlo tenido dos temporadas. La primera tuvimos resultados muy buenos y en la segunda sufrimos mucho.

Ve el fútbol de una manera distinta al resto de entrenadores, tanto en defensa como en ataque, y te exprime como jugador. Hay muchas cosas de las que hace que intentas aprovechar. Es una influencia porque todo el que ha jugado para él lo siente así.

¿Se imaginaba a Ernesto Valverde entrenando al Barcelona?

Es súper inteligente, domina muy bien el entorno y tiene mucho sentido común. Por su forma de ser se gana al vestuario. Es un entrenador muy bueno, ha estado en la elite absoluta, le queda mucha carrera y podrá ir a equipos donde quiera. Yo le debo mucho.

Me dio la oportunidad de debutar. Alguien tiene que jugársela por ti y en mi caso fue Ernesto y estoy eternamente agradecido.

Para jugársela por gente joven, ¿Cómo ve la cantera del Rayo?

El año pasado veía que la diferencia no era tan grande y debutaron varios jugadores, pero con la reestructuración la diferencia son cinco categorías. Es difícil ahora compaginarlo.

A Mario Hernández, que ha estado en dinámica nuestra desde el año pasado, no le ha costado el salto, pero para alguien que venga directamente del filial ahora el salto es enorme. El Rayo, como institución, tiene que intentar que el filial suba una categoría.

¿Cuándo se enteró que Falcao iba a venir al Rayo?

Hasta que no se cierra el mercado no soy consciente de que llegaba. Hasta ahora ha estado mucho con Colombia y no ha estado tanto con nosotros, pero nos lo ha puesto muy fácil.

Es un jugador que ha tenido una carrera que se puede comparar solo con gente de la elite absoluta y el hecho de tenerlo en el Rayo es para agradecerlo todos los días.

¿Cómo es dirigirlo ahora, cuando hace años se enfrentaron como jugadores?

Son cosas normales, no dejan de ser anécdotas. Puedes hablar de partidos que han pasado, pero cada uno tiene su papel y no tiene transcendencia.

¿Cómo catalogaría a Falcao?

Su faceta rematadora no la vamos a descubrir ahora y a pesar de los años la sigue manteniendo. Hay que intentar que el equipo juegue lo más cerca del área para que podamos aprovecharnos de lo que mejor hace, que es finalizar jugadas.

Él nos tiene que ayudar para jugar también cerca del área rival porque como entiende el juego nos va a dar goles. También le vamos a exigir sin balón para que el equipo presione, pero creo que le viene bien la forma de juego que tenemos.

Fran García llegó como un desconocido y un año después parece que el Real Madrid lo quiere recuperar.

Fran es un jugador que vino aquí teniendo nivel pero no tenía experiencia en el fútbol profesional. No había tocado la Segunda y en principio le costó.

Desde entonces su progresión ha sido muy buena, tiene cualidades físicas, de actitud, de no parar, exigirse bien todos los días y cuidarse mucho de la lesiones. Es un tío profesional, le ha hecho crecer poco a poco y en Primera está dando un rendimiento muy alto.

¿Sabe desconectar y diferenciar su parte de entrenador de la vida privada?

Trato de diferenciarla, porque hay una parte de vida privada que hay que cuidar, pero es difícil porque ser entrenador te exige mucho trabajo, mucha dedicación y pensar en muchas cosas. Hay veces que estás con tu familia en otro sitio y tienes la tentación de apuntar alguna cosa y es complejo.

Es una profesión que exige mucho, te quita mucho, pero es lo que hemos elegido y el día que no queramos tendremos que renunciar.