Vídeo: Redacción | Foto:Telemadrid
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Antes de Shetaal Devil, ya existía Matt Stutzman, el primer arquero sin brazos de la historia de los Juegos Paralímpicos.

Debutó en Londres 2012 con una plata y su inédita manera de tensar la cuerda con su pierna asombró al mundo. No tuvo suerte en los siguientes Juegos, cayó en octavos tanto en Río 2016 como en Tokio 2020. Pero en París 2024, a sus 41 años, se consagró con el oro paralímpico.

La clave, asegura, fue un inusual cambio de estrategia en su preparación para la cita, priorizando su entrenamiento mental, y dejando los entrenamientos con el arco apartados dos meses para después apostar por una técnica más agresiva.

"El problema es toca disparar delante de 8.000, 10.000 u 11.000 personas"

"El problema es que la gente puede disparar bien hasta que llega a los Juegos. Y ahí les toca disparar delante de 8.000, 10.000 u 11.000 personas, que no lo han hecho en cuatro años. Así que, de repente, tienen toda esta adrenalina y no saben qué hacer con ella", explicó Stutzman a Olympics.org.

Para combatir su bloqueo mental utilizó un método un tanto radical para controlar su adrenalina: saltar en paracaídas desde un avión. Stutzman se lanzaba desde el aire, aterrizaba cerca del objetivo e, inmediatamente después, empezaba a lanzar con el arco.

"Todo cambia. La forma en que sostienes el arco cambia, la imagen de tu vista se vuelve borrosa, tu cuerpo se acelera. Si saltas de un avión, no me importa cuántas veces lo hagas, tu cuerpo se ve obligado a tener adrenalina porque no es natural estar en caída libre hacia el suelo", contaba.

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Con este método tan sorpresivo ganó confianza. En realidad, su vida es pura sorpresa. Adoptado cuando era un bebé por una familia numerosa de Iowa (tiene siete hermanos), el pequeño Matt no conocía las barreras pese a su falta de extremidades: pescaba con su padre, montaba en bici apoyando su pecho en el manillar, y en 2010, a los 28 años, se aprendió a tirar con arco. Su vida cambió, pero también -y esto es lo que sorprenderá a los que no están en la órbita de su deporte- su economía.

"Se pueden ganar fácilmente 15.000 dólares en un fin de semana", afirmó a The Guardian el arquero, quien antes de dar rienda suelta a su capacidad como tirador dependía de un subsidio de 600 dólares al mes.

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Y eso es sólo un ejemplo de lo que se puede ganar en torneos normales, porque como apunta el medio estadounidense, en el prestigioso Vegas Shootout el ganador de la división de Stutzman se lleva a casa 58.000 dólares.

El paralímpico también participa en torneos contra arqueros sin discapacidad: en 2017 ganó el Campeonato Nacional de Tiro al Blanco de EE.UU. y, durante años, mantuvo el récord Guinness por el tiro con arco más preciso a 283 metros, una marca que antes que él firmaba un arquero sin discapacidad.

El vigente campeón paralímpico también aprendió a conducir con los pies y ha convertido esa habilidad en otra afición que puede convertirse en su nueva profesión: disputar carreras de resistencia. Espera competir en la primera división estadounidense, la National Hot Rod Association, el año que viene.

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"Mi nivel está despegando, estoy empezando a estar al mismo nivel que el del tiro con arco. Soy el único atleta sin brazos que compite a este nivel y estoy ganando eventos, lo que es aún más increíble. Ni siquiera sé cómo expresarlo con palabras", asegura al medio americano.

Y, mientras, esa pasión por la velocidad le ayuda en sus objetivos con el tiro con arco. Su coche de carreras acelera de 0 a 60 m/h en un segundo y alcanzar velocidades de 200 m/h en 6,5 segundos. Más adrenalina para que la flecha atraviese el círculo de 10 puntos, como sucedió en su último disparo en París 2024, el del todo o nada —oro o plata, más bien—, y que le valió para convertirse en campeón paralímpico.