Vídeo: Redacción / Efe | Foto:Telemadrid
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No sonó y apareció. No entraba en las quinielas y, por sorpresa, el pasado 27 de mayo Ángel Torres eligió a Míchel como sustituto de José Bordalás en el banquillo del Getafe. Por delante, tenía un trabajo complicado: sostener un proyecto exitoso pero con visibles signos de decadencia.

Exactamente cuatro meses y ocho días después de su fichaje, Míchel acabó su segunda aventura en el Getafe. Los números y la mala suerte, entre otros factores, condenaron al técnico madrileño. En ocho jornadas de Liga, perdió 7 partidos y empató uno con 3 tantos a favor y 13 en contra. Sus últimos 90 minutos los dirigió ante la Real Sociedad y no pudo remontar el vuelo.

El Getafe destituye a Míchel

Después de empatar 1-1 frente al conjunto donostiarra, un sector de la afición del Getafe pidió por primera vez su destitución. En menos de 24 horas, Ángel Torres, acostumbrado a mantener hasta el límite a sus entrenadores (sólo ha destituido a 3 de 12 en 17 temporadas), no pudo aguantar más unos números imposibles.

A las 17.30 horas de este mismo lunes apareció el comunicado oficial que acababa con el preparador: "Míchel deja de ser entrenador del Getafe". El club azulón se desprendía así de un técnico que en su primera etapa salvó al club de perder la categoría tras sustituir a Víctor Muñoz (temporada 2008-09), logró una clasificación europea tras acabar sexto (2009/10) y coqueteó con el descenso (2010-11) para no renovar su contrato.

Puede que esta última haya sido su aventura más desafortunada en Primera División. Sucede a la que vivió en el Málaga entre la campaña 2016-17 y las 19 primeras jornadas de la 2017-18, cuando también fue destituido después de colocarse en la penúltima posición tras perder cuatro partidos consecutivos. El poso que deja en la Liga española no es bueno y, as sus 58 años, tendrá que trabajar duro para volver a tener una oportunidad.

Quique Sánchez Flores, a un paso del Getafe

Pero, en esta ocasión, echar todas las culpas de los males del Getafe a Míchel no es acertado. Cuando llegó al club en verano, heredó un equipo en caída libre cuyos pilares se mantuvieron intactos como el sinónimo de un éxito ya pasado. Nombres que dieron gloria al Getafe como Mauro Arambarri, Djené Dakonam, Nemanja Maksimovic, Jaime Mata o David Soria continuaron en el club. Sólo Marc Cucurella hizo las maletas rumbo a Inglaterra. El resto, se quedó.

El Getafe fichó a un entrenador con un estilo diferente al de Bordalás. Cambió el juego directo del técnico alicantino por uno más elaborado. Y lo hizo con los mimbres de un equipo que no estaba preparado para ello. Míchel intentó poner su grano de arena en los fichajes, pero tampoco tuvo suerte.

Llegaron nombres con más pie fino como Vitolo, el checo Jakub Jankto y el mexicano José Juan Macías, y se mantuvo Carles Aleñá, cedido el año anterior. Sin embargo, Míchel no tuvo suerte. Vitolo y Jankto han pasado buena parte del curso en la enfermería. Macías necesita adaptación. Y, para colmo, de los habituales, el más importante, Arambarri, también se lesionó hace tres jornadas para volver forzando ante la Real. Sólo Sandro ha funcionado. Y también ha estado lesionado.

Un punto de 24

Aún así, el Getafe de Míchel compitió en casi todos sus partidos. En ocho jornadas, se enfrentó a siete clubes que están en el top 10 de la Liga. En tres fracasó (Elche, Rayo Vallecano y Betis), pero en otros cinco mereció un premio mayor (Atlético, Barcelona, Sevilla, Valencia y Real Sociedad). Goles en los últimos instantes, jugadas claras sin revisar por el VAR o mala suerte ante las porterías rivales condenaron los marcadores de su Getafe.

Muchos añoran ahora a Bordalás, pero hay que recordar que el Getafe pospandemia de hace dos temporadas ya mostró sus primeros síntomas de debilidad después de no ganar ninguno de sus últimos seis encuentros de Liga hasta quedarse sin premio europeo. Y la campaña pasada peleó por no descender hasta la penúltima jornada, cuando superó al Levante con un tanto agónico de Take Kubo.

Una herencia en caída libre

Todos esos factores, la herencia de un equipo en caída libre, fichajes sin rendimiento, lesiones, la elección de un entrenador alejado del estilo de los jugadores de la plantilla y la mala suerte han condenado a Míchel, que en su penúltima rueda de prensa, tras perder ante el Betis, dijo una gran verdad: "No somos tan malos como para tener estos números".

Efectivamente. Esta vez, Míchel no se lo merecía, aunque desde hace tiempo su historia con el Getafe parecía la de una condena anunciada.