La gimnasta estadounidense es una estrella mundial que ya no tiene nada que demostrar.
Se ha convertido en un icono para el deporte.
Tras los problemas que sufrió en los Juegos Olímpicos de Tokio, ha decidido priorizar su salud mental: "Si no consigo ir a París, no me destrozaría por completo, creo que sin terapia no hubiera podido volver a competir.