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La relación de Madrid y el agua se remonta a su fundación (“Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”). A lo largo de los siglos, los madrileños han ido buscando la manera de conseguir agua, creando imponentes construcciones hídricas. Y es que, conocer la historia del agua en Madrid es conocer la historia de la ciudad y de sus habitantes. En este programa, Desmontando Madrid desmonta “Madrid y el agua”.

“Sin agua Madrid no podría haber existido”, nos cuenta el arqueólogo Jorge Morín de Pablos. Y es que más de una veintena de arroyos y cauces atravesaban la ciudad y la abastecían de agua. Leganitos, Arenal o San Pedro eran el nombre de algunos de estos cauces, aunque el más importante eran el de la Castellana y el del Alto Abroñigal.

Los madrileños utilizaron, para poder aprovechar toda esta agua, una tecnología que habían traído los árabes a la península, los qanats. Estos qanats estaban formados por galerías subterráneas que captaban agua filtrada y la llevaban hasta las fuentes públicas y en Madrid ocupaban una red de miles de galerías que estuvieron en funcionamiento hasta finales del siglo XIX.

Junto a Jorge también visitamos el Viaje de Agua de Amaniel, mandado construir por Felipe III, un sistema que recogía el agua del subsuelo en el norte de Madrid y la llevaba a través de galerías subterráneas a Palacio Real.

¿Y cómo se recogía toda esta agua? Los aguadores eran las personas encargadas de traer y llevar el agua. Este gremio contaba con sus deberes y derechos y llevaban una chapa a especie de uniforme para ser reconocidos. Madrid llegó a contar en el siglo XIX con 920 aguadores, que trabajaban en unas 35 fuentes.

Para poder regular todo lo relacionado con la gestión de las aguas y su abastecimiento se creó en 1608 la Junta del Agua o Junta de Fuentes de la Villa de Madrid. “El precio del agua lo marcaba la unidad del cántaro”, nos explica el historiador Juan Carlos González. Además, las aguas se cobraban a precios distintos según su procedencia y calidad.

Juan Carlos nos acompañará para conocer algunas importantes fuentes que había en la ciudad y que abastecían a los habitantes, como la fuente de Endimión, en la Plaza de Lavapiés, o la fuente de la Abundancia, frente al Mercado de la Cebada.

Raúl González Rodríguez, responsable de saneamiento en Acciona, nos explica cómo funcionaba la red madrileña de saneamiento, muy vinculada a la topografía de la ciudad. “Para evacuar las aguas residuales se utilizaba únicamente la fuerza de la gravedad, lo que lo convierte en la red de saneamiento más ecológica del mundo”.

Madrid no pudo usar el Manzanares como principal fuente de agua por su caudal irregular y por la dificultad de subir el agua a la ciudad. Para lo que sí se utilizó fue para navegar. De hecho, Felipe II encargó un proyecto para hacer navegables el Manzanares, el Jarama y el Tajo, uniendo Madrid con Lisboa y pasando por Toledo. Sin embargo, este faraónico proyecto no llegó a realizarse.

“A mediados del siglo XIX Madrid no podía crecer más ni albergar más población porque no había agua suficiente”, explica Pedro Martínez Santos, profesor de la Universidad Complutense. Es por eso que se decidió construir el Canal de Isabel II, para traer agua a la ciudad desde el río Lozoya, en la sierra. Diego Limones, subdirector de Conservación del Canal de Isabel II, nos cuenta sus secretos.