Desmontando Madrid: Madrid sin límites
Desmontando Madrid nos descubre la expansión de Madrid, desde sus orígenes como fortaleza islámica a la extensa ciudad que conocemos hoy en día
Renovarse o morir. Madrid ha conseguido ir creciendo de manera respetuosa y acogedoramente con la tradición. Pero de igual manera, durante muchos años la ciudad tuvo que ir eliminando ciertos elementos de su paisaje para poder ir añadiendo otros nuevos. Hoy en día, aunque la Villa y Corte se ha hecho mayor, quiere seguir creciendo. Desmontando Madrid profundiza en todos esos lugares que la ciudad tuvo que hacer desaparecer para convertirse en lo que es en la actualidad: un lugar en el que merece la pena vivir.
La travesía más larga empieza con un pequeño paso y el imperio más grande con una sola piedra. Los primeros habitantes de Madrid quisieron construir aprovechándose de la naturaleza y los recursos naturales de la Comunidad les allanaron el camino para asentarse y hacer de la región su casa. El arqueólogo Jorge Morín nos descubre cómo vivían los carpetanos, un pueblo de origen celta que fue el primer poblador del territorio madrileño.
Años después de los carpetanos llegaron los romanos. Junto a Sebastián Rascón, jefe del Servicio de Arqueología de Alcalá de Henares, visitamos la antigua ciudad romana de Complutum. También observaremos la obsesión de la cultura romana con el agua y nos colamos en las termas, sus lugares de higiene, ocio y reunión.
¿Sabías que el origen de Madrid fue un antiguo alcázar islámico que se encontraba en el terreno en el que hoy está el Palacio Real? Esta fortaleza fue el punto a partir del cual la ciudad comenzó su expansión y el historiador y escritor Juan Cortés Martín nos cuenta su historia: "El emir Muhammad I fue quien ordenó levantar una serie de fortalezas en la Marca Media, entre las que estaba la de Mayrit o Magerit, embrión de la actual Madrid".
¿Por qué son así nuestras casas? ¿Y la distribución de nuestras calles y barrios? ¿Cómo se ordenó el espacio cuando Madrid empezó a crecer? ¿Qué supuso el Ensanche para la ciudad? En el siglo XIX había una falta de espacio que se solucionó con el derribo de la cerca de Felipe IV y la aprobación del Plan de Castro y la construcción de los Ensanches. Las desamortizaciones fueron indispensables para lograr los nuevos espacios abiertos públicos, como plazas y parques.
“José I Bonaparte fue el rey que mejor supo cómo llevar a cabo una red de desamortización en Madrid”, nos cuenta Julián Vadillo Muñoz, profesor de Historia de la Universidad Carlos III. La plaza de Santa Ana fue uno de los lugares que experimentó el nuevo programa de urbanismo ordenado, cuyo objetivo era la creación de plazas y vías públicas amplias.
“Mendizábal fue otro de los grandes desamortizadores del siglo XIX”, sigue Julián, con el que visitamos la plaza de San Martín, otro de los puntos de la ciudad que cambiaron con el derribo de la antigua iglesia. Además, el convento se reutilizó para otros usos, como Diputación, cuartel de la Guardia Civil o Caja de Ahorros. En la actualidad recibe el nombre de la Casa de las Alhajas.
La plaza de Ramales fue otra de las ubicaciones de nueva creación del siglo XIX. Se creó durante el reinado de José I tras los derribos del convento de Santa Clara y la iglesia de San Juan, donde estaba enterrado Velázquez. Sin embargo, durante las obras de demolición se perdió el cuerpo del ilustre pintor.
En el siglo XIX se construyeron varios mercados cubiertos en Madrid con unas características similares: de hierro, con una gran cantidad de luz natural y que se podían ventilar. Hablamos del Mercado de San Miguel, del de la Cebada y del de los Mostenses. Cada uno de ellos se especializó en la distribución de un producto diferente dependiendo de la zona en la que se encontraban, ya que cada uno coincidía con una ruta comercial.
Junto a Rubén Pallol, profesor de Historia de la UCM, recorremos Chamberí, unas de las zonas del nuevo ensanche en la que el proyecto urbanístico no se pudo desarrollar con total libertad. Y es que en el Ensanche Norte, el Plan de Castro tuvo que adaptarse a la existencia previa de arrabales y cementerios. Este plan contemplaba eliminar varias manzanas y calles de estos arrabales, pero los vecinos se movilizaron y se opusieron a abandonar sus casas.
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