Espíritus, demonios y apariciones en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial | Agencias
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El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es una de las joyas arquitectónicas de la región madrileña. Pero también es un lugar que esconde misteriosos secretos… Reales o no, la fantasía, el misterio y la imaginación colectiva han inundado las paredes de granito del monasterio y las leyendas e historias no han dejado de sucederse.

Las puertas del infierno

La primera de las leyendas sobre el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial precede a la construcción del propio edificio. Según cuentan, Felipe II mandó construir el monasterio para tapar las puertas del infierno, que se pensaba que se encontraban en este preciso lugar.

Existen dos posibles explicaciones sobre el origen de esta creencia. La primera hace referencia a una mina de profundas galerías excavada en el suelo de la zona; y la segunda a una gran tormenta de relámpagos que ocurrió el mismo día que fueron a inspeccionar el terreno los técnicos reales encargados de decidir su emplazamiento. Los rayos que allí mismo cayeron durante la poderosa tormenta son los que les hicieron decantarse por la localización.

El perro negro de El Escorial

Según se fue transmitiendo de generación en generación, una vez iniciadas las obras, un can de color oscuro deambulaba por el monasterio durante su construcción. Por las noches, la presencia del animal atemorizaba tanto a los obreros que los trabajos tuvieron que paralizarse en diversas ocasiones.

Muchos pensaban que este perro infernal protegía y vigilaba el lugar. Y es que, como hemos contado antes, se atribuye que el lugar que pisa El Escorial es una de las puertas de entrada al infierno (al igual que también ocurre en la ciudad italiana de Turín).

Se dice que Felipe II mandó construir el monasterio precisamente en este lugar para impedir el acceso a la puerta del infierno y así mantenerla cerrada

Finalmente, el perro fue capturado y el rey mandó colgarlo en una de las torres del monasterio, donde se exhibió durante un tiempo. Pero ahí no acaba la cosa. La leyenda cuenta que, cuando Felipe II regresó a El Escorial para pasar sus últimos días de vida, seguía oyendo los ladridos de aquel infernal perro negro, el cual había sido sacrificado muchos años antes.

La parrilla de San Lorenzo

El rey decidió construir el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial tras la victoria de las tropas españolas en la batalla de San Quintín, muy próxima a París. Batalla que se ganó el 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo, de ahí que la edificación esté dedicada a dicho santo.

Una de las leyendas más macabras del monasterio tiene que ver, precisamente, con San Lorenzo. Hay quien asocia el diseño de la planta del edificio con una parrilla, alusión a la muerte que padeció el santo, torturado en las brasas.

¿Tiene el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial forma de parrilla? | Redacción

¿Hacia dónde mira San Lorenzo?

El santo que da nombre tanto al municipio como al monasterio es el protagonista de otra popular leyenda. Se dice que la estatua de San Lorenzo que preside la fachada principal del convento mira hacia la montaña que tiene en frente. Hasta aquí no habría nada de extraordinario de no ser porque, supuestamente, en el lugar a donde dirige la mirada, hay escondido un tesoro que nunca ha sido hallado.

Estatua de San Lorenzo en la fachada principal del Monasterio de El Escorial | Redacción

El renegado

Una conocida leyenda narra que, un obrero del monasterio, haciendo caso a los rumores de que el rey no podría sufragar los cuantiosos gastos de la monumental obra, se apoderó de una bolsa repleta de monedas y, con ella, huyó al monte. Pero la suerte no acompañaba al obrero, que cayó en una ciénaga y se hundió allí con todo el dinero robado. “En el pecado llevaba la penitencia”.

Las esposas del rey

También se decía que los espíritus de las cuatro mujeres de Felipe II (María de Portugal, María Tudor, Isabel de Balois y Ana de Austria) paseaban, después de muertas, con cirios en las manos, por la lonja del monasterio durante las noches de luna llena.

Lonja del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial | Redacción

En busca de la piedra filosofal

Cuentan que una de las obsesiones de Felipe II era la piedra filosofal, que trataba de encontrar desesperadamente a través de la alquimia. Por este motivo, hay quien dice que reunió, en una sala escondida y aparte de la gran biblioteca del monasterio, una ingente cantidad de tratados relacionados con esta misteriosa ciencia, así como literatura sobre magia y astrología (aunque también hay quien afirma que preservaba El Escorial como centro de religiosidad y que era en el alcázar de Madrid donde guardaba los escritos y realizaba las prácticas alquimistas).

De hecho, se especula con que el rey llegó a consumir brebajes y pociones. Lo cierto es que todo este interés por la alquimia era debido a su delicada salud: creía que, gracias a esta ciencia, mejoraría.

Biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial | Redacción

La sala de los secretos

A la entrada del convento antiguo, después del panteón de Infantes, hay una pequeña sala oscura y cuadrada, libre de todo ornamento y que es conocida como la “sala de los secretos”.

Lo que convierte en singular a esta sala, en principio anodina, es la asombrosa acústica que el arquitecto Juan de Herrera logró proporcionarle: consiguió que dos personas colocadas en ángulos opuestos pudieran mantener una conversación, sin gritar, con enorme claridad, mientras que los que estaban en medio de la habitación no oían nada.

Cuenta una leyenda que, durante una huelga de los canteros vascos por no recibir sus salarios, el Herrera llevó al rey a dicha sala y le hizo escuchar una voz tétrica que rezaba: “O paga o les seres del purgatorio van a venir a por usted”. Felipe II, asustado, saldó las deudas al día siguiente.

La llave maestra

Durante el reinado de Felipe II, a todos los súbditos que tenían llaves de las estancias les llamaba la atención que, mientras que ellos necesitaban varios juegos de llaves y tenían que dar tres vueltas en cada puerta para abrirla, al monarca le bastaba con una sola llave y con una única vuelta en cada puerta. ¿Poder real? ¿Brujería? ¿Truco secreto? ¿Leyenda?

La Pisada del Diablo

Los alrededores del monasterio también han sido testigo y escenario de otras tantas leyendas, como la singular historia que aconteció en la llamada finca de Los Ermitaños, próxima a la silla de Felipe II. Aquí, en una roca de la zona, existe un hueco de apariencia similar a una huella, a la que se la ha bautizado como la Pisada del Diablo. La responsable de esta fue una niña llamada Martiña, devota de la Virgen de Gracia.

Un día, paseando por el lugar, se le apareció a Martiña el diablo disfrazado de peregrino y le ofreció todo de tipo de riquezas a cambio de que dejara de profesar su fe hacia la Virgen. Sin embargo, la niña se negó y esto provocó el enfado del diablo que, al marcharse, dio un salto tan grande que dejó impresa la huella de su pie izquierdo en el sitio.

Apariciones marianas

¿Y cómo olvidar las apariciones marianas de Luz Amparo Cuevas? Esta vecina se hizo especialmente conocida porque, entre 1981 y 2002 afirmó ser testigo de diversas apariciones de la Virgen junto al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Aunque la Iglesia Católica no ha podido demostrar la veracidad de las apariciones, el lugar continúa siendo un lugar frecuente de peregrinación.