El manantial de la Plaza Mayor de Chinchón
Para muchos, la popular plaza de Chinchón es una de las más bonitas del mundo
Al principio, las casas de la plaza no tenían los característicos balcones
La Plaza Mayor de Chinchón es, para muchos, una de las plazas más bonitas del mundo. ¡Incluso llegó a enamorar al gran director de cine Orson Welles! Pero… ¿Conocéis los inicios de la plaza?
En la Edad Media Chinchón todavía no existía como tal, sino como pequeños asentamientos que se encontraban a lo largo del cauce del río Tajuña, a unos diez kilómetros del núcleo que conocemos actualmente.
“Estaban muy cerca del río, por lo que sufrían mucha mortalidad infantilidad debido a la peste”, nos cuenta Luis Herrero García, presidente de la Asociación Turismo de Chinchón. “Decidieron buscar una zona más seca, pero que siguiera teniendo agua”.
El subsuelo de Chinchón tiene agua en abundancia, de ahí que eligieran este sitio como asentamiento y comenzara a crecer. Y, por si fuera poco, el espacio que hoy día ocupa la plaza era en aquel entonces un manantial que abastecía a los habitantes de agua.
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Ya a inicios del siglo XIV es cuando a Chinchón se le comienza a considerar como a una población. Más adelante, los Reyes Católicos dictaron la orden de que todos los pueblos tenían que tener un ayuntamiento y una plaza, lo que empezó a dar origen a lo que es la plaza.
El origen de la plaza es el de unas casas que se construyeron en la zona. Pero, aunque cueste imaginárselas, ¡no tenían balcones!
Cuando la plaza se cerró totalmente ya se había convertido en el centro neurálgico de la localidad, por lo que era el lugar en el que se celebraban multitud de actos religiosos, autos sacramentales y se empezaban a celebrar corridas de toros.
“Como la gente quería ver estos espectáculos, se fueron añadiendo los balcones a las fachadas de las casas que ya estaban construidas”, explica Luis.
Es curioso el hecho de que, los que construían estos balcones, no tenían por qué ser los dueños de la vivienda. Esta situación se conocía como la ‘servidumbre de paso’: los inquilinos estaban obligados a cederles el paso a los balcones siempre que hubiera espectáculo en la plaza.
Otra particularidad es que se ha mantenido tanto el desnivel de la plaza como la arena. La característica que sí que ha cambiado desde sus inicios es el color de los balcones: ahora es verde, pero se descubrió en una restauración que, originariamente, era azul.
“Se creó un debate sobre si la plaza había que pintarla de azul o de verde. El alcalde de la época propuso una votación y, evidentemente, ganó el verde”, explica Luis.
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