Los orígenes de la estación de Atocha
El Embarcadero de Atocha era un modesto apeadero que unía Madrid con el Real Sitio de Aranjuez
El ensanche en la zona sur de Madrid estuvo condicionado por dos elementos fundamentales: el nivel que marcaba el terreno y el ferrocarril.
Fernando Vicente, profesor de Historia Contemporánea de la UCM, nos cuenta que, antes del Plan Castro, había en la Glorieta de Atocha un pequeño embarcadero, "que era como se denominaba a las estaciones a mediados del siglo XIX". El Embarcadero de Atocha se inauguró en 1851 y su finalidad era la de unir Madrid con el Real Sitio de Aranjuez, donde la reina Isabel II tenía su palacio.
Esta embarcadero era muy modesto y simplemente contaba con una sencilla estructura y las vías de tren de ida y de vuelta. Sin embargo, debido al auge industrial y de movilidad el apeadero experimentó una serie de modificaciones y ampliaciones y pronto pasó a convertirse en la estación central de Madrid.
Ya en la década de los 70 y 80 del siglo XIX, el propio gobierno de la nación exigió a la compañía ferroviaria que construyera una estación más grande. La nueva estación se inauguró en 1894, realizada bajo la dirección de Alberto de Palacio, un colaborador del arquitecto Gustave Eiffel. Su proyecto fue el ganador debido a la grandiosidad con la que dotó a la estación, que la convirtió en una de las más grandes de Europa.
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