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Los fusilamientos del tres de mayo o Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, el conocido cuadro de Francisco de Goya, refleja a la perfección el terror y el dramatismo que invadía a los españoles en aquel momento. Sin embargo, José Luis Sampedro, presidente de la Sociedad Filantrópica de Milicianos, advierte que hay que “desmontar un poco la leyenda”.

Cuando acabó la Guerra de Independencia, Goya, que durante la estancia de los franceses en España había sido afrancesado y pintor de cámara de José I Bonaparte, escribió al consejo de regencia y le hizo un ofrecimiento: pintar una serie de alegorías del valor y del heroísmo del pueblo de Madrid frente a los franceses.

Sin embargo, debido a que le dieron muy poco tiempo de plazo, lo que el pintor hizo fue “copiar literalmente un grabado preexistente”, explica José Luis. Este grabado al que hace referencia es el de Los cinco religiosos fusilados en Murviedro, obra de Miguel Gamborino, que muestra un episodio de la Guerra de Independencia en Sagunto.

'Los cinco religiosos fusilados en Murviedro', de Miguel Gamborino | Redacción

“Lo que hace Goya es vestir a todos estos eclesiásticos de paisanos, excepto a uno de ellos, que mantiene como fraile”. Y es que, efectivamente, entre las víctimas estaba documentada la presencia del padre Francisco Gallego.

“La composición del cuadro está completamente plagiada”, defiende José Luis. A pesar de ello, alega que “el efecto del claroscuro, del dramatismo, la expresividad de los rostros… El talento de Goya lo resuelve perfectamente en muy pocos trazos”.