El Madrid que hoy en día conocemos no sería el mismo sin la llegada de los Austrias. Nos dejaron un importante legado arquitectónico y monumental que podemos visitar en el centro de la capital
Juan Sola
El Madrid que hoy en día conocemos no sería el mismo sin la llegada de los Austrias. Durante los casi dos siglos que duró la dinastía de los Habsburgo en España (desde que en 1516 se reconociera a Carlos I como rey hasta la muerte sin descendencia de Carlos II en 1700), la ciudad fue ganando relevancia y creció considerablemente.
Carlos I fue quien comenzó este periodo de renovación, enriqueciendo el urbanismo madrileño con palacios y monumentos. Pero fue cuando Felipe II convirtió Madrid en la capital del reino e instaló en ella la Corte real cuando la ciudad floreció y fue testigo de algunos de los cambios sociales más importantes de su historia.
Los Habsburgo nos dejaron un importante legado arquitectónico y monumental, lo que hoy en día conocemos como el Madrid de los Austrias. Esta céntrica zona de la ciudad es una de las más turísticas y en ella encontramos lugares clave como la Plaza Mayor, la Plaza de Oriente y la Plaza de la Villa.
Visitar el Madrid de los Austrias es sumergirse en su pasado y se puede recorrer en un tranquilo y animado paseo a pie de nos más de dos horas. ¡No te pierdas esta ruta que hemos preparado para descubrir el Madrid de los Austrias!
La Plaza Mayor de Madrid
Uno de los grandes símbolos que dejaron los Habsburgo en Madrid fue la Plaza mayor. El lugar por antonomasia de los bocadillos de calamares fue en aquella época el centro de la vida social madrileña y un popular lugar de reunión.
Sin embargo, la plaza no siempre ha tenido la misma apariencia. De hecho, en el siglo XI, el lugar que ahora ocupa la céntrica plaza madrileña era una laguna: la laguna de Luján. Por aquel entonces, esta zona estaba a las afueras de la ciudad, a extramuros. No fue hasta el siglo XIII cuando la laguna desapareció y se convirtió en la Plaza del Arrabal, una plaza abierta, irregular y sin empedrado.
Felipe II fue el primero en fijarse en la morfología del lugar al solucionar el desnivel de la plaza. Aunque el diseño actual se remonta al reinado de Felipe III: entre 1617 y 1619 se reformó la plaza para inaugurarse por todo lo alto en 1620 con motivo de la beatificación de San Isidro.
En la Plaza Mayor podemos encontrar las pinturas murales de la Casa de la Panadería (la más antigua de la plaza), la estatua ecuestre de Felipe III o el Arco de Cuchilleros, el más monumental de sus accesos y que debe su nombre a la calle a la que da salida, en la que se situaban puestos de este gremio.
El Mercado de San Miguel
A pocos metros de la Plaza Mayor nos encontramos con el Mercado de San Miguel, con su estructura original de hierro de principios del siglo XX. Aquí se puede disfrutar de una variada oferta gastronómica, desde comprar productos frescos a disfrutar de sus originales tapas.
Desde el mercado se puede acceder a otros lugares clave del Madrid de los Austrias, como la Cava Baja, la Cava de San Miguel, Puerta Cerrada y el barrio de la Latina.
La Plaza de la Villa
Esta es una de las plazas más emblemáticas de Madrid y antigua sede del ayuntamiento. En ella encontramos tres edificios históricos:
En el lado este las Casas y Torre de los Lujanes, del siglo XV, consideradas como el edificio civil más antiguo de la ciudad.
Al fondo, en el lado sur, la Casa de Cisneros, del siglo XVI y mandada construir por un sobrino del Cardenal Cisneros.
En el lado oeste la Casa de la Villa, del siglo XVII, mandada construir en época de Felipe IV para albergar las reuniones del consejo.
En el centro de la plaza se sitúa la estatua de Don Álvaro de Bazán, uno de los héroes de la batalla de Lepanto.
La Calle Mayor
La Calle Mayor, junto con la Calle Arenal, fueron las vías que vertebraron el crecimiento de la ciudad ya antes de la llegada de los Austrias. En sus inmediaciones podemos encontrar números edificios históricos:
El Palacio de los Duques de Uceda o Palacio de los Consejos. Construido en el siglo XVII por mandato del Duque de Uceda, valido de Felipe II, que quiso imitar y superar la grandeza del antiguo alcázar de Madrid.
El Palacio de Abrantes, también del siglo XVII. En la actualidad es la sede del Instituto de la Cultura Italiana. El edificio destaca por las pinturas de su parte superior.
La Iglesia del Sacramento (también conocida como Iglesia de las Fuerzas Armadas). Esta pequeña iglesia es la única superviviente del antiguo Convento del Santísimo Sacramento.
La Iglesia de San Nicolás de Bari o de los Servitas, considerada como la iglesia más antigua de Madrid.
La Catedral de La Almudena
La Catedral de Santa María de La Almudena está construida dentro del conjunto monumental del Palacio Real y es una iglesia ‘nueva’, ya que la primera piedra se colocó en el año 1883. Su construcción finalizó a principios de los años 90, más de 100 años después.
El Palacio Real
Aunque en teoría el Palacio real es la residencia oficial del Rey de España, este no vive aquí y el palacio solamente es utilizado para recepciones y ceremonias de estado.
El lugar que ahora ocupa el Palacio Real de Madrid es el mismo en el que se levantaba el antiguo alcázar. El emir Mohamed I mandó construir esta fortaleza como medio de defensa contra los ataques de los reinos cristianos del norte y para vigilar a Toledo ante posibles rebeliones contra el poder central de Córdoba.
Con la conquista de Madrid en el año 1085, el alcázar pasa a manos cristianas, que lo modificaron y le añadieron dos torreones rectangulares. El fortín fue la residencia de los Trastámara, una importante dinastía de origen castellano.
El alcázar se había intentado transformar en una residencia palaciega, pero se hizo a base de ‘pegotes’. No fue hasta la llegada de Carlos I cuando se estructuró un plan uniforme: reformó la fachada del castillo, construyó una portada monumental a base de columnas y pilastras, dispuso su escudo en lo alto, etc.
Así, con el paso de cada rey, el Alcázar Real fue viendo cómo cambiaba su apariencia: Felipe II le añadió la Torre Dorada y Felipe III mandó construir una gran fachada con balcones columnados.
La noche del 24 de diciembre de 1734, un incendio arrasó con el alcázar y no quedó prácticamente nada en pie. Este escenario se convirtió en el actual Palacio Real de Madrid.
La Plaza de Oriente
Frente al Palacio Real se encuentra la Plaza de Oriente, el punto desde el cual fue creciendo la ciudad: en este terreno anexo al antiguo alcázar islámico se fe desarrollando la primitiva medina.
En la actualidad encontramos unos bonitos jardines decorados de un conjunto escultórico de algunos de los reyes de nuestra historia. Además, bajo la plaza, en el aparcamiento subterráneo, un pequeño museo ofrece documentación sobre cómo era el lugar tanto en época andalusí como en el Madrid de los Austrias.
La Plaza de Isabel II
La Plaza de Isabel II, antes conocida como de Caños del Peral, contó con una gran importancia en la época de los Habsburgo. El antiguo nombre se debe a que en el siglo XVI había en la plaza una imponente fuente de siete pilas y siete caños a la que acudían los vecinos a lavar la ropa y a por agua.
Bajo la plaza, y entrando por la boca de metro, se puede acceder al Museo de los Caños del Peral, donde se conserva una parte de la fuente. Desde la plaza también podemos acceder al Teatro Real.