Desde sus orígenes, Madrid guarda una estrecha relación con el agua. Además de los numerosos arroyos que atravesaban la ciudad, se construyeron numerosas construcciones hídricas para que los madrileños pudieran abastecerse de agua
Juan Sola
El Madrid de los Austrias, el de los Borbones, su origen islámico... Madrid es una ciudad con una rica y extensa historia a sus espaldas. En su extensa maraña de calles podemos encontrar numerosos restos y monumentos que son testigos del paso de nuestros antepasados. Gracias a las guías turísticas podemos recorrer su historia y visitar estos puntos de interés, aunque en ocasiones se dejan alguno en el tintero. Y es que Madrid tiene un lado desconocido que esconde misterios que incluso pasan desapercibidos a los propios madrileños.
La estrecha relación entre Madrid y el agua es una de estas partes de nuestra historia que se ha ido olvidando con el paso de los años y que ahora recordarla puede llegar a sorprender a más de uno. Ya lo decía el antiguo lema de la ciudad: "Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son". La primera parte hace referencia a los numerosos arroyos sobre los que se construyó la Mayrit islámica y la segunda a la muralla del primigenio alcázar musulmán, que, al estar construida con sílex, provocaba chispas cuando los enemigos lanzaban flechas.
Y eso no es todo, porque muchos historiadores coinciden en que la palabra Mayrit (el primer asentamiento islámico que posteriormente dio lugar al Madrid actual) hace referencia a estos cursos de agua y que su significado sería "lugar de abundante agua".
Más de una veintena de arroyos y cauces recorrían el mapa que ocupa el Madrid de hoy en día, además de ser una zona de importantes acuíferos y aguas subterráneas. Es precisamente este subsuelo el que guarda uno de los secretos mejor escondidos de la ciudad: los viajes de agua. Cientos de galerías se ocultan bajo nuestros pies, todo un complejo sistema de canalizaciones que servía para que los madrileños pudieran abastecerse de agua.
Los musulmanes comenzaron a construir los viajes de agua en el siglo IX, que se fueron ampliando con el paso del tiempo y que estuvieron en funcionamiento hasta el siglo XIX, momento en el que se construyó el Canal de Isabel II. En la actualidad, quedan en Madrid numerosos vestigios visitables de este sistema para abastecerse de agua que tiene su origen en la antigua Persia.
El Viaje de Agua de La Castellana a través del suelo de cristal del Hotel NH
En pleno Barrio de Las Letras, más concretamente en la calle San Sebastián, 2, está el palacio del Conde de Tepa. Justo aquí, antes de ser palacio, cuando todavía era la Fonda de San Sebastián, se celebró en el siglo XVIII la primera tertulia moderna de Madrid, por la que pasaron ilustres personalidades como Francisco de Goya, José Cadalso, Jovellanos, Felix María Samaniego o Tomás de Iriarte. Pero el lugar esconde más secretos.
El palacio fue adquirido por la cadena hotelera NH y, durante las obras de restauración, en las que se realizaron las correspondientes intervenciones arqueológicas, salieron a la luz los restos del Viaje de Agua de La Castellana.
Debido a este inesperado descubrimiento, una parte del hotel se ha convertido en una especie de museo: los visitantes pueden andar sobre un suelo acristalado que les permite descubrir los cimientos del antiguo palacio y todos los elementos hallados de la obra hídrica, entre los que destacan el aljibe y un pilón de granito. Además, unos paneles informativos con fotografías completan el recorrido y dan información sobre la historia del solar, la de Madrid y la de los viajes de agua.
El Viaje de Agua de La Castellana se construyó entre 1612 y 1619, aunque durante el siglo XVII se realizaron numerosas reparaciones y mejoras. Era uno de los más largos y abastecía a 11 fuentes públicas, con 147 aguadores y 85 fuentes particulares. El ramal principal contaba con unos 18 km de longitud y nacía en Chamartín de la Rosa, a diez metros de profundidad. De ahí seguía por el antiguo Camino de Maudes hasta el valle de la Guindalera y los Altos del Hipódromo para dirigirse a la Puerta de Santa Bárbara.
Debido a las remodelaciones de las calles y a las obras de Metro, solo uno de los pozos localizados para acceder a este viaje de agua es accesible. Este se encuentra a la altura del número 1 de la calle de Almagro, próximo a la glorieta de Alonso Martínez. Desde aquí se puede acceder a un tramo de las galerías, en el encontramos una magnífica construcción en arco de medio punto revestido de ladrillo.
El Viaje de Agua de Amaniel y los capirotes de Dehesa de la Villa
El Viaje del Agua de Amaniel fue otra de las grandes infraestructuras que se utilizaron para suministrar agua a la ciudad. Mandado construir por Felipe III entre 1614 y 1619, recogía el agua del subsuelo del norte de la ciudad para llevarla a Palacio Real. Su nombre proviene de la antigua Dehesa de Amaniel, la actual Dehesa de la Villa, aunque también era conocido como Viaje de Palacio, ya que pertenecía a la Corona.
Al igual que el resto de viajes de agua, el de Amaniel nacía en el norte de Madrid y se dividía en dos ramales. Uno atravesaba la Dehesa de la Villa, donde todavía pueden verse varios “capirotes”, piedras de granito con forma piramidal que cubren los antiguos pozos de aireación. El otro discurría por la llamada Huerta del Obispo, zona próxima al paseo de Juan XXIII y actualmente conocida como Colonia de Villamil. Ambos ramales se unían al final de la Dehesa de la Villa, en la Quinta de los Pinos.
Además del Acueducto de Amaniel que encontramos en la Avenida de Pablo Iglesias, en 2019 finalizaron las obras de rehabilitación de un tramo del viaje de agua de aproximadamente 50 metros. De esta manera se ha podido garantizar la conservación de una parte importante del patrimonio histórico de Madrid, acondicionándolo para que pueda recibir visitas.
Además tuvimos la oportunidad de visitar el tramo recién abierto por @MADRID del viaje de agua de Amaniel con los educadores del Centro de Educación Ambiental Dehesa de la Villa. pic.twitter.com/T4CT13tiPx
Este tramo rehabilitado para que los visitantes puedan conocer la historia y la importancia de los viajes de agua en Madrid lo podemos encontrar en el Parque de Juan XXIII. Se trata del Caño Gordo (o Arca Vieja de Amaniel) una de las Arcas de Repartimiento que servían para conducir el agua que se recogía y en la que podemos observar tres galerías de captación revestidas de ladrillo, que disponen de pozos de ventilación y de acceso, así como de hornacinas en las paredes para colocar luminarias.
El Museo de los Caños Peral, el mayor museo arqueológico subterráneo de Madrid
Para visitar el tercer sitio que os queremos presentar tenemos que ir a Metro, a la estación de Ópera. Se trata del Museo de los Caños del Peral, un museo situado bajo la plaza de Isabel II en el que encontramos restos arqueológicos relacionados con el suministro de agua de Madrid: la Alcantarilla del Arenal, la Fuente de los Caños del Peral y el Acueducto de Amaniel.
La Alcantarilla del Arenal es una galería subterránea que se construyó a lo largo del siglo XVI con el fin de canalizar las aguas del arroyo del Arenal, que discurría repleto de las inmundicias que la gente arrojaba. De esta forma se favoreció la urbanización de la zona y se saneó el entorno del Alcázar.
La Fuente de los Caños del Peral se construyó a finales del siglo XVI. Numerosos caños se distribuían a lo largo de sus 34 metros de longitud.
El Acueducto de Amaniel se levantó a principios del siglo XVII y formó parte del Viaje de agua de Palacio o de Amaniel. Este Viaje procedía de la Dehesa de la Villa y surtía al Alcázar y las casas de alrededor.
El Museo de los Caños del Peral puede visitarse los viernes de 16 a 20 h, los sábados de 10 a 14 h y de 16 a 20 h y los domingos de 10 a 14 h. La entrada es gratuita, como el museo se encuentra dentro de las instalaciones de Metro, es necesario disponer de billete de metro.