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Madrid es una ciudad abierta que recibe, con los brazos abiertos, a miles de visitantes deseosos de sumergirse en la historia y la fantasía de sus rincones. Pero la ciudad también esconde un lado oscuro… Relatos que permanecen ocultos, mitos y leyendas que no aparecen en las guías turísticas y misterios en los que lo macabro es el protagonista. Reales o inventadas, estas historias populares de Madrid siguen sorprendiendo a quienes las escuchan.

Fantasmas, exorcismos, ejecuciones, vampiros, ratas… Os proponemos un recorrido por diez terroríficos secretos de Madrid que seguro que os pondrán los pelos de punta.

Vampiros en Matadero

En la actualidad, Matadero Madrid es un centro de exposiciones, pero en sus orígenes cumplía la función que le da nombre: entre sus naves se mataban cada día cientos de animales para abastecer de carne a la ciudad. De esta época data una macabra historia.

Un reportaje publicado el 26 de agosto de 1933 en la revista Estampa, produjo un gran impacto entre los madrileños al revelar la existencia de numerosas personas que acudían cada mañana al recinto para beber la sangre, todavía caliente, que corría por el suelo de los recién sacrificados.

Así hablaban en la publicación de estos “vampiros”: “Ha terminado la matanza. No queda una res en pie. Unas sobre otras aún cocean en el suelo resbaladizo y ensangrentado. Los bebedores que presenciaron los sacrificios esperan el momento de recoger la sangre humeante. Todos entregan a los mozos los vasos que al efecto llevan. […] Los bebedores aproximan el vaso a sus labios y, sin reparo, dominados sin duda por la fuerza de la sugestión, ingieren el contenido”.

Ejecuciones de la Inquisición en la Plaza Mayor

La llegada de la Corte a Madrid en el siglo XVI trajo consigo la presencia de la Inquisición, que dejó numerosas huellas en la ciudad. Una de ellas fue en la Plaza Mayor, escenario de diversos Autos de Fe y punto desde donde partían a las hogueras los condenados a muerte. De hecho, aquí se produjeron, entre los siglos XVII y XIX, más de 300 ejecuciones a garrote vil y en la horca.

El fantasma del Palacio de Linares

El Palacio de Linares, además de ser la actual sede de Casa de América, es la residencia de uno de los fantasmas más conocidos de Madrid.

José de Murga y Reolid y Dª Raimunda de Osorio y Ortega, mejor conocidos como los marqueses de Linares, eran uno de los matrimonios más destacados de la burguesía madrileña del siglo XIX y residían en el Palacio de Linares.

José pertenecía a una familia adinerada de la ciudad, mientras que Raimunda era de condición humilde, lo que no puso las cosas nada fáciles: cuando el joven le contó a su padre que se había enamorado de una cigarrera, este montó en cólera y mandó a su hijo a Londres para que se olvidara de ella.

Sin embargo, este no impidió que la pareja acabara casándose, convirtiéndose en los marqueses de Linares. Pero no acabó ahí la historia…

José y Raimunda se casaron siendo hermanos y, para que su pecado no viera la luz, mataron a su hija

Un día, rebuscando entre los papeles de su difunto padre (había muerto durante su estancia en Inglaterra), José encontró una carta en la que desvelaba que, en su juventud, había tenido una hija con una cigarrera de Lavapiés a la que habían llamado Raimunda. Una revelación que… ¡Les convertía en hermanastros!

Como querían seguir casados, el matrimonio pidió una bula papal a León XIII, que les permitió vivir juntos siempre y cuando fueran castos. Pero esto no fue así y tuvieron una hija a la que llamaron Raimundita.

Para que el pecado no viera la luz, las leyendas cuentan que mataron a la pequeña: unos dicen que la emparedaron; otros, que la ahogaron y la enterraron en el jardín del palacio.

Real o no, desde entonces muchos dicen escuchar voces en los pasillos del Palacio de Linares. La voz de una niña que llama llorando a su madre. El lamento de una madre porque su hija nunca la llamó “mamá”.

El oso del Campo del Moro

Cuando Juan II de Castilla se convirtió en rey le regalaron un osezno que instalaron en el Campo del Moro. Junto a él había un domador que trataba al animal violentamente. Una noche, el oso escapó de su jaula y, al día siguiente, el adiestrador.

Los centinelas cuentan que, en las noches de luna llena, se oían pisadas, gruñidos y gritos humanos. Algunos también afirmaron haber visto entre los árboles las sombras de un animal y una persona que huía de sus garras.

El diablo visita la Puerta del Sol

El rechazo que sentían los españoles hacia todo lo francés era una realidad en el siglo XVIII. De ahí que se comentara que el diablo había ocupado un edificio de Sol por rechazo a su arquitecto, que procedía, precisamente, del país vecino.

La Casa de Correos, la misma que sostiene el popular reloj que da pasa a cada nuevo año, se encuentra en un edificio de 1768 que el rey Carlos III mandó construir a Jacques Marquet.

En el registro sobre la gente que trabajó en su construcción figura, entre albañiles, picapedreros, arquitectos y demás personal, un sacerdote. Se trataba del Padre López.

Según narra la leyenda, Lucifer se apareció en varias ocasiones ante los trabajadores y les exhortó a abandonar las obras. Argumentaba que estaba maldito y que su construcción obedecía a intereses ocultos y demoníacos: unas prácticas oscuras que provenían de Jacques Marquet.

El francés, harto de esta superstición que se estaba propagando entre sus empleados, contrató al párroco para exorcizar el edificio, tras lo cual los obreros pudieron continuar con sus labores.

El templo de Satán en Madrid

Pocos años antes del estallido de la Guerra Civil, abrió en pleno centro de la capital el Cabaret Satán, un local que desató las críticas y las quejas de los grupos católicos y conservadores de la época.

La decoración imitaba el averno (estalactitas, cuevas, decorados de fuegos, etc.) y en él se organizaban fiestas satánicas en tono jocoso a las que acudieron numerosos artistas y escritores, como el poeta Pablo Neruda, gran asiduo del lugar.

Acabada la guerra e instaurado el franquismo, el Cabaret Satán fue rebautizado como Tarzán.

Safari de ratas

En los años 70, algunos barrios de Madrid (como el de Entrevías y el de Pozo del Tío Raimundo) llegaron a tener un grave problema de salud pública con las plagas de ratas, que corrían a sus anchas por los jardines, descampados y alcantarillas de la zona.

Para tratar de solucionarlo y, sobre todo, a modo de protesta para llamar la atención pública, se organizaron “safaris” para cazar a los roedores. Los vecinos competían entre ellos por ver quién era capaz de conseguir, armados con palos y piedras, el ejemplar más gordo, el más grande y el mayor número.

El crimen de la calle Fuencarral

Placa de la calle de Fuencarral | Redacción

Finales del siglo XIX, concretamente en el año 1888. Londres. Jack el Destripador, uno de los asesinos en serie más conocidos de la historia, pertrechaba sus “trabajos”. Ese mismo año, la sociedad madrileña también fue testigo de un asesinato que atemorizó a los habitantes de la capital.

El 2 de julio, los vecinos del número 109 (actualmente el 95) alertaron a la policía, que descubrió el cuerpo de doña Luciana Borcino, viuda de Vázquez Varela, boca arriba, cubierta con unos trapos mojados en petróleo y ardiendo en una habitación cerrada. En una habitación adyacente encontraron un perro bulldog y a la sirvienta Higinia de Balaguer Ostalé durmiendo bajo el efecto de un narcótico.

La prensa cubrió masivamente el suceso y, durante meses, las mujeres no salieron solas a la calle. De hecho, inspiró la obra El crimen de Fuencarral de Galdós, así como la película El crimen de la calle de Bordadores de Edgar Neville.

Finalmente, aunque los hechos no terminaron de esclarecerse, condenaron a garrote vil a Higinia, a cuya ejecución acudieron 20.000 personas.

El caso Vallecas

Juego de la ouija | Agencias

Un armario cerrado que se abre de repente de forma sobrenatural. Estruendos sin justificación en la terraza de la vivienda. Un Cristo que se separa sin explicación alguna de su cruz. Una mancha marrón, “identificada como babas”.

Estos son solo algunos de los sucesos paranormales que la Policía Nacional redactó en el informe de su visita a la casa de la familia de Estefanía Gutiérrez Lázaro, una chica de Vallecas que falleció en extrañas circunstancias tras jugar a la ouija.

La joven se reunió con unas amigas en su instituto para contactar con el novio de una de ellas, que había fallecido en un accidente de moto. Sin embargo, un profesor las descubrió y acabaron el juego sin despedirse.

Desde ese momento, según contaron los padres de la joven, la chica empezó a sufrir convulsiones, alucinaciones y a escuchar voces aterradoras en su propia casa. Estefanía ingresó en el hospital, donde falleció de una “muerte súbita y sospechosa”.

Estos hechos de 1992 son el único expediente policial en España que recoge sucesos paranormales y han protagonizado varios capítulos de Cuarto Milenio y de películas como Verónica.