¿Qué leyendas hay detrás de los nombres de las calles de Madrid?
Natalia Núñez nos cuenta alguna de las leyendas más curiosas detrás de los nombres de las calles de Madrid
Las calles de Madrid están repletas de historias de maravillas que, en muchos caso se han convertido en leyenda que ha su vez ha servido para dar nombre a avenidas, bulevares, callejas y callejones
De estos nombres sabe muchísimo la tiktoker Natalia Núñez, conocida en las redes bajo el seudónimo @parte_del_arte. 'Disfruta Madrid' ha estado con ella para que nos contara alguna de las leyendas más curiosas y los secretos que se esconden tras estos curiosos nombres.
Descubrimos guiados por ella el Madrid más misterioso, comenzando por la calle de la Amargura. Aunque si nos fijamos en la placa, su denominación oficial actualmente sea 'calle del 7 de julio' antaño recibió este nombre nada dulce.
Las teorías son variopintas: unos dicen que "había por aquí hierbas muy amargas"; otros se refieren a "un acontecimiento bélico que muchos madrileños tuvieron que salir a defender y apoyar al rey Alfonso XI". Esto causó que muchas mujeres lloraran amargamente al "ver partir a sus hombres".
La tercera explicación para este nombre nada agradable está en que esa calle era parte del "último paseíllo que hacían los reos antes de morir ejecutados" en la Plaza Mayor.
La siguiente parada tiene un nombre de otro mundo: el callejón del infierno. ¿De dónde viene? Natalia explica que en la Plaza Mayor hubo "hasta 3 feroces incendios" y que "en el segundo de ellos, en 1672, tales eran las llamaradas" que los vecinos afirmaron que aquello era el mismísimo infierno.
La calle del Bonetillo también tiene una historia muy curiosa. En ella vivía un clérigo llamado Juan Enrique que "tenía una vida, un poquito distraída: le solían ver más en las tabernas que las iglesias". El clérigo Espinosa que estaba "un poquito harto" quiso darle un buen escarmiento.
Para ello fingiendo su propia muerte. Así Juan Enrique llegó una noche a su casa y se encontró cual el 'Estudiante de Salamanca' de Espronceda con su propio entierro...estando muy vivo.
"A él le da un ataque de ansiedad, se va a la iglesia, ve su propia acta de defunción" y se lleva tal disgusto que "empieza a confesar todo lo que había hecho". Como escarmiento, "los vecinos colocaron ese monito en la puerta de su casa".
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